CIUDAD DE MÉXICO, 30 de marzo.- Cerca de medianoche, al cobijo del anonimato, el rock puede tomar un descanso. El momento de la música rebasa la división de los géneros y, como dicen, después de tres tragos hasta al más rockero le sale lo bailarín.
Los Tigres del Norte saben del efecto de sus canciones. Los Jefes de jefes hacen gala del mote. Si antes, días atrás, Jorge Hernández, el cantante, había reconocido nervios por cerrar la jornada sabatina del Vive Latino, sobre el escenario no mostró empacho para conquistar al público.
El grupo norteño replicó la fórmula que los ha caracterizado. No hubo sorpresas, sólo los temas que los han inmortalizado. Jefe de jefes, como declaración de intenciones, arrancó el concierto que siguió con otras como La banda del carro rojo, La puerta negra y Pacas de a niño, entre muchas otras.
Desde el principio la gente se entregó al baile. En pareja o en solitario, no importaba, la única aparente condición era ser parte del momento.
Los rockeros también se rindieron ante los Jefes. “La música nos libera y nos une, sin importar costumbres”,
dijo Jorge.
Tenía razón. Bajo los acordes de sus canciones los Tigres hermanaban todo tipo de públicos.
Antes de salir al escenario, tras bastidores, Andrés Calamaro, se paseaba de manera discreta a la espera del momento de llegar al entarimado con los Jefes.
Y así como Calamaro, muchos otros de los rockeros que habían participado en la jornada, y tras bambalinas, también disfrutaron de la música de Los Tigres del Norte. Los integrantes de La Maldita Vecindad, Calle 13, El Gran Silencio y De la Tierra, entre otros, cantaron y se movieron al ritmo del grupo popular mexicano.
(Luis Felipe Castañeda)