CIUDAD DE MÉXICO, 13 de agosto.- El poder de la risa y de un genial sentido del humor, aún en los momentos más adversos, fue la gran fuerza de Robin Williams que, de alguna manera, salvó a su amigo y colega Christopher Reeve, famoso por su papel de Superman en el cine, de morir en el quirófano tras su aparatoso accidente cuando montaba a caballo.
Momentos antes de la complicada operación de recolocación del cráneo en la columna, de la que Christopher Reeve sólo tenía un 50% de posibilidades de salir con vida, Robin Williams se presentó por sorpresa en la habitación del hospital haciéndose pasar por un proctólogo ruso dispuesto a "hacer un examen rectal a Superman", llamado Dr. Kosevich, un personaje con dificultades para hablar inglés que interpretó en la comedia Nine Months.
"Era un momento especialmente oscuro de mi vida y de repente abrió la puerta un tipo bajito con un gorro azul, bata quirúrgica y gafas que hablaba con acento ruso", contó después Reeve.
"Me reí por primera vez desde el accidente. Mi viejo amigo me ayudó a saber que, de alguna forma, todo iba a salir bien", relató el más carismático Superman de Hollywood.
En 1973, Robin Williams y Christopher Reeve fueron los dos únicos nuevos alumnos del programa avanzado de la prestigiosa escuela de arte dramático Juilliard de Nueva York, fundada el año anterior por John Houseman.
Ambos estudiantes y compañeros de cuarto se hicieron inmediatamente amigos, llegando a prometerse que si cualquiera de los dos alcanzaba la fama y el éxito profesional se encargaría de que el otro no pasara hambre.