Ecos de un debate que no fue

“Cuántas cosas ocultan los corazones de los políticos: Los tienen tan llenos de mentiras y engaños que no queda en ellos espacio para la verdad”

A estas alturas de la función de circo, perdón, del “primer debate entre candidatos”, considero que no tiene ningún caso especular sobre quién ganó y quién perdió ese evento bofo, carente de profundidad y propuestas que, si bien va, cumplió a medias con las expectativas de los ciudadanos sonorenses menos exigentes, que paradójicamente son los más. Los ciudadanos sonorenses, salvo contadas y meritorias excepciones, no son muy estrictos que digamos a la hora de juzgar este tipo de eventos. Prefieren mil veces una buena parranda en el palenque de la ExpoGan, o una buena hartada de diezmillo asado acompañado con abundante cheve, que uno de estos shows que por mandato de ley deben celebrarse, en el marco de los procesos electorales mexicanos.

Seguramente usted ya habrá leído varias de las columnas escritas por los maestros de la nota o de la crónica periodística respecto al debate -llamémosle pues así- en las que se dio santo y seña de lo ocurrido el martes 21 por la tarde en el Salón Partenón de un conocido hotel de la localidad. Prácticamente todos los compañeros comunicadores coincidieron en considerar que no hubo vencedor ni vencido en el susodicho “debate”, y que si hay que señalar algún perdedor, ese no es otro que Guillermo Padrés, a quién le arrimaron una cantidad de leña capaz de romperle el lomo al burro más burro… y el señor Padrés encuadra perfectamente en la sufrida especie de los jumentos de carga. Muy jumento, muy jumento, pero bien que nos ha desplumado a los incautos sonorenses.

Otro aspecto en el que coincidió la mayoría de los que escribieron sobre este tema, es que a Claudia le faltaron aplomo y solvencia en la exposición de sus argumentos, y que a Javier le sobraron tibieza y temor a la hora de las definiciones. Claudia pudo haber arrollado y hecho papilla a su principal -más bien único- rival, y en cambio lo dejó ir vivo. Acaso le faltó enjundia, o tal vez le falló el instinto asesino que tienen los políticos de alta escuela. Javier, por su parte, pudo haber dado el campanazo que lo hubiera catapultado fuera del alcance de su enemiga más peligrosa. Ese campanazo no es otro que el rompimiento total con Guillermo Padrés y la cohorte de facinerosos que son los causantes de la parte más gorda de la carga negativa que lo está ahogando y hundiendo. No lo hizo, quizá por falta de huevos, o por exceso de expedientes en contra, y si acaso decide intentarlo en el segundo “debate” a celebrarse en día 19 de mayo en Ciudad Obregón, ya será demasiado tarde, a tan corta distancia del día de las elecciones.

Los otros cuatro candidatos fueron a lo que fueron: A rescatar las migajas y las sobras en la mesa de la fonda, a falta de verdaderas posibilidades de obtener un incremento importante en las preferencias de los electores, independientemente de que hayan lucido o hayan hecho el ridículo en el evento, como es el caso del otro Javier -¿el Javier de los pobres?- de apellido Lamarque y que fue escogido personalmente por Andrés Manuel López, el dueño y señor de Morena, para hacer el papel de candidato de compañía en esta contienda electoral. En un juicio un tanto cuanto chocarrero, con candidatos como el soporífero Lamarque, ya estuvo que don “Peje” levantó la membrecía de su partido, ¿verdad?

El señor Baldenebro, por su parte, del que muchos no teníamos grandes referencias, fuera de que proviene de los ardientes arenales sanluisinos, se sacó de la chistera una elocuencia y una chispa que le pusieron un sabor especial al guiso, y gracias a dos o tres muletillas graciosas, oportunamente deslizadas en sus participaciones, fue que logró capturar y mantener la atención del público televidente, que bostezaba repetidamente mientras observaba el drama -porque también hubo drama en el show- que durante dos horas escenificaron los seis aspirantes a la mano de doña Leonor, como suelen decir los que tienen un espacio para decirlo.

Deliberadamente dejé para el final de la reseña a Carlos Navarro López, el candidato del PRD. El consenso general indica que fue el que salió mejor librado. Carlos Navarro es un político muy hábil, pulido en las lides más difíciles y complicadas, con una excelente facilidad de palabra, desarrollada en su paso por las tribunas legislativas, y con la soltura tradicional de los políticos de izquierda que, en términos generales, suelen ser unos polemistas muy capaces y difíciles de dominar. Además, Carlos Navarro tuvo ante sí, en la galería de tiro, a cinco blancos prácticamente inmóviles a los cuales acribillar a placer, lo cual hizo por momentos, aunque, en honor a la verdad, pudo ser más cruel y despiadado y no lo fue, tal vez por algún freno que se auto impuso a sí mismo. Les dio a probar a Claudia y a Javier, en especial a este último, una dosis de mamporros como para sintieran el rigor de su mano izquierda, lanzada en forma de jabs y ganchos, combinados con feroces  uppercuts capaces de arrancarle la cabeza a cualquiera.

Entre cinco de los seis debatientes pintaron de negro a Guillermo Padrés, y lo sentaron en la tabla suspendida sobre un tanque lleno de agua y se cansaron de arrojarle pelotazos a la cara, haciéndole caer en repetidas ocasiones al agua, en una versión actualizada de aquellos viejos “Tirenle al Negro” que se instalaban en las caravanas de diversiones y kermesses escolares y de las iglesias. Obviamente don Javier -que se veía macilento, agotado y desgastado- no le entró a los pelotazos, y se mantuvo al margen, como simple espectador… ni las manitas metió. Duro y tupido le tundieron los demás, y con sobrada razón. Un mes, o varios, podían haberse pasado tirándole pelotazos a Padrés y no hubieran agotado los temas y los argumentos, ni las pelotas. De hecho, es lo que los comunicadores y los escasos medios sonorenses independientes y no controlados hemos hecho durante casi seis años, y a pesar de ello Padrés ha conseguido mantenerse en su cargo, así sea tinto en sangre y lleno de chipotes y cortaduras. El pseudo gobierno que ha encabezado el señor Padrés ha resultado, pero por mucho, el peor en la historia de Sonora.

Las campañas prosiguen, y ya solo faltan algo así como 45 días, o sea mes y medio, para que llegue el momento de la verdad. Hasta el momento en el ambiente de la comunicación se considera y comenta que persiste un empate técnico entre Claudia y Javier, según parece con ventaja para la candidata priista, que parece haber cruzado el punto de inflexión que marca la ruta irreversible hacia el triunfo y obviamente la gubernatura. Las próximas mediciones de las tendencias y preferencias que aparezcan nos darán la pauta, e indicarán hacia dónde apunta por el momento la voluntad de los votantes potenciales sonorenses. 45 días pueden ser muchos o pueden ser pocos, según sea el caso: Para el que va adelante son muchos, pensando en el riesgo de perder la ventaja que pueda llevar (que en el caso de la presente elección se estima no será muy grande), y para el que le va a la zaga son pocos, considerando que a estas alturas el tiempo es el peor enemigo, y que la imperiosa necesidad de alcanzar al puntero destroza los nervios y pone al borde de una apoplejía al aspirante de sangre más fría.

Falta todavía un segundo debate, que deberá realizarse el próximo 19 de mayo en Ciudad Obregón, que no es la zona más cómoda y propicia para Guillermo Padrés y sus candidatos. Terminando ese evento faltarán tan solo dos semanas y pico para los comicios, tiempo probablemente insuficiente como para revertir la situación que exista pare ese entonces, a menos, claro, que suceda algo extraordinario que cambie la situación, como ocurrió en aquel aciago viernes de junio de 2009. Pero más vale no invocar a los demonios del Averno, que solo esperan la oportunidad de venir a prenderle fuego al escenario electoral sonorense, que de hecho ya está que arde.

 La sombra ominosa del rebase de los topes de campaña flota sobre los dos punteros, que se han dado vuelo gastando dinero en sus campañas, y se dice, se rumora y se comenta que cuando menos uno de los dos se encuentra muy cerca de rebasarlo, e inclusive que puede haberlo rebasado ya. De ser así pudiera darse la anulación de su candidatura, lo cual sería catastrófico, y desde luego armaría una escandalera fenomenal a lo largo y ancho del país. El INE no puede andarse con medias tintas o simples advertencias, dado que es el primer proceso electoral que conduce y vigila, lo cual pone su credibilidad en riesgo, de manera que tendrá que aplicar sin distingo de personas y partidos todo el rigor de la ley a los infractores en este vital renglón.

Hay denuncias interpuestas tanto contra Javier como contra Claudia, siendo más serias y pesadas las que el PRI presentó ante la PGR contra Javier hace ya cosa de dos meses. El PAN no hace malos quesos y busca emparejar los cartones a como dé lugar, aunque sus ladridos no parecen ser lo suficientemente fuertes como para despertar la alarma en las filas tricolores. Como sea, y aunque en México y en Sonora no pasa nada (hasta que pase), este tipo de cosas y situaciones equivalen a traer los calzoncillos o las pantaletas llenos de tobosos, que debe ser la cosa más incómoda del mundo… ¿Se imagina usted la picazón?

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