La batalla electoral en Sonora se ha convertido en una lucha cuerpo a cuerpo entre panistas y priistas, de cuyo resultado dependerá, en buena parte, el futuro de uno de los políticos más controvertidos de este país: Manlio Fabio Beltrones, quien el próximo 31 de agosto dejará de ser diputado federal luego de 12 años como legislador.

“No me gusta andar con hipocresías, me gustaría dirigir a mi partido; tampoco me iría a una embajada, prefiero mi casa y seguir haciendo política” le dijo en una entrevista a Adela Micha.

El sonorense es considerado un buen operador pero un mejor estratega político; como coordinador de su partido en la Cámara de Diputados sacó adelante las reformas política, fiscal, electoral y energética y es reconocido en la oposición como un hombre de compromisos. Para su detractores, sigue siendo un dinosaurio.

El 13 de mayo, en Querétaro, ratificó que “para mí sería un enorme privilegio ser considerado para ser presidente del PRI. ¿Para que les digo que no, si sí?”.

Cuestionado sobre su futuro político, Beltrones dijo que lo único que puede asegurar es que “seguiré haciendo política. Mi vida es la política y sé que hacer política es el mejor camino para procurar que las cosas buenas sucedan… No es mi obsesión, esa es mi ilusión”, puntualizó.

El político ha bordado ese camino, ha fortalecido su candidatura y su hija Sylvana busca una diputación federal por el PRI, a fin de contender en seis años más por la gubernatura que hoy busca obtener Claudia Pavlovich y así mantener vigente la influencia del beltronismo en la entidad.

Para algunos, el futuro ideal del político debería ser la dirigencia nacional del tricolor, sin embargo, se asegura que el grupo compacto del presidente Enrique Peña Nieto no permitiría el arribo de Beltrones a la cúpula tricolor, ya que se convertiría en un peligro para la sucesión presidencial de 2018.

Aunque se ha señalado en los corrillos políticos que le han ofrecido puestos en el gobierno de Peña Nieto —se habla de Gobernación— los grupos Hidalgo y Estado de México no lo permitirían y menos aún que accediera a la presidencia priista.

Está en su derecho a la candidatura presidencial

El doctor en ciencia política e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Ricardo Espinoza Toledo asevera que “Beltrones trae su agenda propia y va a tratar de encontrar una ubicación que le permita impulsar sus opciones políticas como la candidatura a la Presidencia de la República. Es una aspiración legítima que tiene desde la anterior elección presidencial”.

¿Cuál es el futuro del político sonorense, se habla que pudiera formar parte del gabinete, pero está la cerrazón de los grupos Hidalgo y Estado de México en Los Pinos?

Dentro del PRI y del gobierno se mueven grupos, hay un refuego que muchas veces no se ve, pero donde hay una batalla incesante, como corresponde a los partidos. No es excepcional la idea ventilada en los medios de que se integre al gabinete, pero la presencia de Beltrones en el gabinete o en el PRI equivaldría a compartir el poder. Como secretario de Estado, es darle reflectores y ponerlo al mismo nivel de los dos que suenan como posibles candidatos del círculo cercano al Presidente: los secretarios de Gobernación y de Hacienda.

La otra opción que a título personal buscaría el diputado es la dirección del PRI, no es lo mismo ser secretario de Estado que dirigir el tricolor. Ese partido es un espacio estratégico rumbo a la elección presidencial, y Beltrones encabezándolo tendría el terreno libre para construir su candidatura. Llevarlo al gabinete equivaldría de alguna manera a ponerle reflectores pero llevarlo al PRI sería para el Presidente soltar las riendas de la sucesión presidencial.

¿Hasta qué punto el Presidente estaría dispuesto a hacerlo?

No veo que el Presidente esté dispuesto a compartir el poder a pesar del descenso en su popularidad, no está en sus propósitos soltar las riendas de su partido.

En el cálculo del Presidente y de su equipo está la próxima elección del 7 de junio, las encuestas favorecen al PRI y con base en éstas —aunque muchas están muy manipuladas— señalan que si el PRI sale arriba del 30 por ciento de los votos en diputados y si gana seis o siete gubernaturas, el presidente Peña nieto no va a necesitar compartir poder con Beltrones. Es cierto que teniéndolo fuera le van a dejar total libertad de acción, pero estaría sin recursos políticos y financieros, y tal vez sin un mayor acceso a medios de comunicación.

¿Qué le sucederá a Beltrones si no gana Sonora cuando tiene atrás las derrotas de Manuel Añorve en Guerrero y de Fernando Castro Trenti en Baja California?

Para sus adversarios internos, significaría construir un escenario en el cual Beltrones no tiene ninguna cabida.

Es un hombre de disciplina política

Beltrones ha dicho que no le gustaría ser manejado o dirigido por políticos mas jóvenes que él.

El propio presidente es más joven, pero una cosa son las declaraciones y otra las ofertas que le hagan y entonces tomar una decisión. Él prefiere ese gran espacio estratégico que es la dirección del PRI.

La gran definición de la suerte de Beltrones se dará después de estas elecciones. Habrá que esperar el resultado y entonces se podrá tener un panorama más claro de si el PRI es derrotado requerirá de aliados internos ya que no podría solo el Presidente, pero si sale bien posicionado —si mantiene lo que tiene— Peña Nieto no saldrá debilitado. Tendrá un mayor margen de maniobra y eventualmente podrá prescindir sin mayores dificultades de los servicios de Beltrones.

Lo cierto es que Beltrones es un sobreviviente de las crisis, se reinventa y conoce bien las entrañas del poder.

Hay un dato a recordar, en la sucesión de 2012, antes de que apareciera la candidatura de Peña Nieto como pública, el más mencionado era Beltrones y, sin embargo, en la lucha interna y las patadas bajo la mesa no hubo manifestaciones de rompimiento. Se mostró que si bien Manlio Fabio es un buen operador y construye su candidatura también es cierto que hay grupos fuertes que saben anticiparse.

Si bien en aquel momento Beltrones era el gran político de oposición que desde el Congreso condicionaba su apoyo a los gobiernos panistas y lograba traducirlo en un gran capital político del PRI y de él mismo como líder parlamentario, pero no logró convertirse en candidato presidencial.

Esta vez ya no estará en el Congreso de la Unión, ya no tiene un punto de apoyo sólido, visible, nacional, ahora operaría con una desventaja que no tuvo en la ocasión anterior.

Es un hombre que sabe de la disciplina política, que encarna muy bien ese conjunto de reglas no escritas, que son parte del éxito de la política dentro del PRI y sabe cuándo tiene que moverse y cuándo tiene que sanarse. Es portador de una inteligencia política que le ha ayudado a mantenerse y a reinventarse, pero en esa ruta siempre se presenta como parte de ese capital político del PRI, le tiene lealtad a su partido y tiene ese olfato político que le permite marcar puntos o mantenerse en la discreción.