¿Quo vadis, México?



“Todo lo que los malos necesitan para triunfar, es que los hombres de bien no hagan nada” (Edmund Burke)

     El contenido del presente escrito no es 100% de mi autoría. Lo concibió alguien que utilizó el seudónimo “Vicente Nario”, en obvio pitorreo de las fallidas y mediocres conmemoraciones bicentenarias y centenarias promovidas en 2010 -hace ya seis años- por el entonces engañosamente floreciente gobierno de Felipe Calderón, y que tan ávidamente secundadas fueron por los gobiernos provincianos cuyos funcionarios, ni tardos ni perezosos, las aprovecharon más bien para retacarse un poco más las alforjas. En aquel entonces en Sonora hubo, por cierto, magníficas pizcas para el equipo depredador del “No.1”, Guillermo Padrés Elías, doctor Cuma Sum Laude en el arte de robar y violar la ley.

     El texto original cayó en mi PC un día, hace ya bastante tiempo, remitido por un viejo y querido amigo que conoce perfectamente bien mis inquietudes, aunque no estoy del todo seguro de que las comparta. En su formato original es un pictorial de esos que contienen texto, audio e imágenes, usualmente muy bellas y expresivas que hacen la lectura más ligera y agradable.

     Lo volví a encontrar hace unos días, al encender mi computadora a hora muy temprana en que por mera curiosidad me puse a revisar viejos archivos arrumbados ahí, lo abrí y su contenido me puso a pensar. Usted debe comprender que a mi edad, estimado lector, los herrumbrosos engranajes mentales tardan en ponerse en movimiento, y toma tiempo que adquieran velocidad y capacidad de asimilación, pero en esta ocasión el texto, más que el audio o las imágenes, me despertó mucho antes de lo acostumbrado.

     Y decidí tomarlo y ofrecérselo a usted como una amarillenta hoja periodística otoñal, o como un anticipadísimo regalo prenavideño, pues ya podemos ver que están las tiendas llenas de motivos de Navidad, a pesar de que aún no salimos de septiembre… ¡Úuufff!… El texto que reproduzco es esencialmente el original. Sin embargo, y dado que el autor firma con un seudónimo, me auto concedí licencia y le hice algunas pequeñas adecuaciones que me parecieron convenientes, aunque teniendo cuidado de no modificar el contexto original. Al parecer fue hecho aplicándolo a la realidad que prevalece en Argentina, pero el chaleco le acomoda perfectamente a nuestro México, como algún sastre de mala entraña se lo hubiera confeccionado a la medida.

     Espero que mi regalo sea de su agrado, y que al mismo tiempo me acepte la invitación que le hago de seguir viniendo a visitarnos en “Casa de las Ideas” todos los días de año, todas las semanas desde los lunes hasta los viernes, donde publicamos interesantes y variados escritos de autores de excelente calidad.

“OCLOCRACIA”

     ¿Ha escuchado usted alguna vez el término “oclocracia”? ¿Sabe lo que significa?

     Antes que nada debo admitir que yo jamás en mi vida había oído esa palabreja, así que no le apene admitir que usted tampoco la ha escuchado. Conocida que fue, me puse a investigar y en la Internet (¿Dónde si no?) encontré un montón de cosas interesantes al respecto, que me obligaron a crear y transmitir este ‘mail’ con la esperanza de que en el torrente impetuoso de la red recorra el máximo de caminos, a la mayor velocidad y en el menor tiempo posible.

     Lo que voy a decirle a usted puede ser -espero de corazón que lo sea- un alerta oportuno sobre lo que nos puede estar esperando a los mexicanos a la vuelta de la esquina, y espero y deseo que nos conceda el tiempo necesario para reaccionar.

     Si le parece a usted, le propongo difundirlo al máximo, ya que será una forma de “avivar giles” con el objeto de evitar males mucho mayores que los que estamos padeciendo.

     Del mismo modo, es recomendable poner la palabrita en algún buscador, y seguramente encontrara usted material muy interesante para compararlo con nuestra realidad y, si acaso tuviera la virtud de los “buenos escribas”, ojalá pueda inspirarse lo suficiente para colaborar en el despertar de nuestros compatriotas a una nueva conciencia nacional.

“Oclocracia”… Ingobernabilidad como resultado de la aplicación de políticas demagógicas.

“Oclocracia”… Gobierno de la plebe.

     Ya resulta una hazaña despertarse día a día con el temor de salir a esas calles que antes eran de Dios, y que hoy son del demonio, con el temor de ser robado, lastimado, secuestrado o hasta muerto por alguien que busca el dinero ajeno a costa de sus semejantes. Sin importar sexo, edad ni condición, igual hieren a un adolescente para quitarle sus ropas, que asaltan a una señora que sale del súper con sus bolsitas de compras, o al anciano que acaba de cobrar su pensión por jubilación.

     Los pelafustanes entran y salen de las comisarías y demarcaciones riéndose y burlándose de las autoridades e insultando a todos… “Mandamos nosotros”, dicen, y se van muy ufanos y felices de la vida a seguir fastidiándonos y complicándonos la existencia, al grado de hacerla imposible. La CNTE, Los padres de Ayotzinapa, los padres de ABC, el resurgido EPR, todos los batallones de gritones y gritonas, turbas sediciosas al ataque de un país que nos pertenece a todos por igual, aunque no parezca. El Apocalípsis de un país indefenso que se tambalea, pero no cae… todavía.

     A la salida de algunas escuelas, madres agrupadas y enfurecidas despotrican contra los maestros: “Me lo mandó la dirección… ¿Qué se están pensando estos hijos de su #*$>+?%%? A mi hijo nadie me lo maltrata…”

     “Si se sigue haciendo la viva la maestra esa –interviene otra iracunda mamá- la señalamos, hacemos un ‘plantón’ y obligamos a las autoridades a que la despidan, total, no pasa nada… ¡Mandamos nosotras!”

     Polibio, historiador griego, en su obra “Historiae”, sobre el año 200 a.C. llamó “oclocracia” al fruto de la “acción demagógica”, y la definió como “… la tiranía de las mayorías incultas y el uso indebido de la presión para obligar a los gobernantes débiles y corruptibles a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas…” “… Cuando ésta (la democracia) a su vez, se mancha de ilegalidad y violencias, con el transcurrir del tiempo se constituye y transforma en  oclocracia…”

     Es común que dicha situación pueda estar promovida por la influencia de diversos intereses. Ilustres pensadores de todos los tiempos como Aristóteles, Pericles, Giovanni Sartori, Juvenal, Shakespeare, Lope de Vega, Ortega y Gasset o Tocqueville, han advertido sobre un permanente peligro para la democracia auténtica:

     “El interés de los oclócratas que ejercen este tipo de poder es hacerlo degenerar en oclocracia, con el propósito de mantener dicho poder de forma corrupta, buscando una ilusoria y ficticia legitimidad en el sector más ignorante de la sociedad, hacia el cual vuelcan todos sus esfuerzos propagandísticos y manipuladores”.

     ¿No parece esta una definición absolutamente adecuada para lo que realmente estamos viviendo, y que definitivamente es imposible llamar “democracia”? ¿No es evidente entonces que bajo estas premisas es que funcionan los conocidos ‘grupos de presión ciudadana’ y las bandas de activistas desfasados, a los que a partir de este momento podemos empezar a identificar como beneficiarios de la oclocracia? Cualquier semejanza con nuestra realidad local, regional y nacional es algo más –mucho más- que una simple coincidencia.

     Usted ¿Qué opina? Lea toda la información y reflexione profundamente. ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Cuánto tiempo nos queda, si es que aún nos queda algo de tiempo? Lea toda la información, valórela, contrástela y que no le dé flojera o le gane la indiferencia… ¡Es muy importante que lo piense… pero aún mas importante es que, después de pensar, actúe!

     ¿Quo vadis, México? ¿Dónde vas, México?         

Agradeceré su comentario a continuación, o envíelo a oscar.romd@casadelasideas.com

En Twitter soy @ChapoRomo

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