“Polleros” mueven a congoleños y haitianos desde Sudamérica hasta Sonora

Los habitantes de San Luis Río Colorado están perplejos. Los de Mexicali, Tecate y Tijuana han pasado de la perplejidad a la preocupación, incluso a la xenofobia, con iniciativas como la del Frente Nacionalista de México Siglo XXI, que a través de la redes sociales dio a conocer un comunicado en el que anunciaba que hará todo lo posible para evitar la presencia de migrantes africanos en Baja California.

De la noche a la mañana aparecieron en las comunidades fronterizas del noroeste del país cientos de ellos, muy diferentes a los migrantes nacionales provenientes del sur del país o a los centroamericanos. Vienen de un continente del que sabemos muy poco y al que nos referimos como si fuera un sólo país: África. Sabemos tan poco que hay medios de comunicación que confunden migrantes africanos con haitianos, cuya presencia también se ha hecho notar en la frontera.

Miles de migrantes de origen africano y haitiano tienen días varados en la frontera.Miles de migrantes de origen africano y haitiano tienen días varados en la frontera.

El alcalde de San Luis Río Colorado, Enrique Reyna Lizárraga, menciona a 600 migrantes de origen africano y haitiano en esta comunidad fronteriza de Sonora.

Su meta original era Mexicali y Tijuana, pero ante la saturación de las autoridades migratorias de Estados Unidos para atender a cada uno de los solicitantes de refugio, decidieron desplazarse a San Luis Río Colorado con la esperanza de ingresar antes al destino final: el sueño americano.

A diferencia de los migrantes mexicanos, centro y sudamericanos, los provenientes del continente negro no tratan de cruzar ilegalmente la frontera, sino que solicitan refugio al gobierno de Estados Unidos conforme a los tratados internacionales que éste país ha firmado.

Tampoco transitan por México sin documentación; cuando ingresan, el Instituto Nacional de Migración les otorga un permiso de tránsito para que lleguen a la frontera norte.

El Padre Prisciliano, responsable de la Casa de Atención al Migrante en Altar, señala que desde hace cuatro meses detectaron la presencia de migrantes africanos en la región.El Padre Prisciliano, responsable de la Casa de Atención al Migrante en Altar, señala que desde hace cuatro meses detectaron la presencia de migrantes africanos en la región.

El padre Prisciliano García Peraza, fundador de la Casa de Atención al Migrante y al Necesitado, con sede en Altar, le resta importancia al fenómeno que ha alarmado a la sociedad bajacaliforniana principalmente, aunque también a la sonorense.

Hace cuatro meses que él y sus colaboradores vienen detectando la presencia de migrantes africanos en la región.

Llegan a Guaymas o Puerto Peñasco y los suben en camiones destartalos que los adentran al estado por brechas y caminos evitando los retenes militares. El destino es Baja California.

Algunos de estos camiones están en tan malas condiciones que se averían y la Casa de Atención al Migrante y Necesitado ha tenido que atender a viajeros provenientes del continente africano que quedan varados en medio del desierto.

En julio de este año, 53 migrantes provenientes del Congo fueron abandonados en el desierto de Altar, en la carretera Federal 2. Habían contratado un servicio particular en Caborca para que los llevara a Tijuana. En el camino, el chofer se durmió y se salió de la cinta asfáltica. No hubo heridos pero el vehículo sufrió algunos desperfectos. Con el pretexto de ir a arreglarlos al poblado más cercano, el chofer se fue para no regresar. Los encontró la Policía Federal. En un camión de los Tiburones Rojos de Caborca los llevaron a Tijuana.

Para el padre Prisciliano, que hace treinta años asiste a los migrantes que pasan por una de las rutas más frecuentes del tráfico de personas, este fenómeno ni es nuevo ni  le sorprende.

Las mafias de la trata de personas, durante el verano, a causa de las altas temperaturas, embaucan a migrantes de Centro y Sudamérica, Asia y recientemente África, pues desconocen las condiciones climáticas de la región.

En invierno, son los migrantes mexicanos los que cruzan por las rutas del desierto, ya que éstos sí saben que en verano están jugándose la vida.

Quince mil kilómetros huyendo de la guerra y la miseriaEn las garitas de Tijuana, Mexicali y San Luis Río Colorado no se dan abasto para atender a los solicitantes de refugio.En las garitas de Tijuana, Mexicali y San Luis Río Colorado no se dan abasto para atender a los solicitantes de refugio.

Más allá de una exótica filmografía que nos remite a Tarzán, es poco lo que conocemos de la República Democrática del Congo.

Ubicada en el centro del continente africano, tiene uno de los Productos Internos Brutos más bajos del mundo a pesar de guardar en sus entrañas un mineral enormemente apreciado por las superpotencias: el coltan, el oro gris, fundamental para la fabricación de las nuevas tecnologías.

Las superpotencias han promovido durante los últimos veinte años una guerra civil que, según el historiador Don Sow, ha sido más sangrienta que la Segunda Guerra Mundial. En pugna por el coltan, las potencias europeas, China, Rusia y Estados Unidos han apoyado y depuesto dictadores corruptos dispuestos a servir a los intereses de cada una de estas potencias.

Con una de las más altas tasas de violación a niñas de todo el continente, una corrupción galopante y un régimen de semiesclavitud imperante en las minas de coltan, los congoleños emprenden una ruta de alrededor de quince mil kilómetros hasta la frontera con Estados Unidos huyendo de la guerra y la miseria.

Originalmente, el destino de éstos y otros migrantes del continente africano eran las costas europeas. Pero ante la crisis de los migrantes que se suscitó en el Mediterráneo a causa de la interminable oleada de desplazados por la pobreza y la violencia, las mafias dedicadas al tráfico de personas han creado una larguísima ruta que pasa por Brasil y termina en la frontera estadounidense, país que otorga refugio a los ciudadanos del Congo.

Según reportes de la ONU, una primera oleada de migrantes africanos hacia Brasil se dio en 2014. La causa, había trabajo construyendo los estadios del Mundial y los de las Olimpiadas. Pero cuando se terminó el trabajo, continuaron viaje hacia el norte, en busca del sueño americano.

En estos últimos años, la ruta Congo-Brasil-México-Estados Unidos ha sido ya transitada por miles de migrantes de aquel país, a razón de alrededor de seis mil dólares por cabeza.

Redes de “polleros” o traficantes de personas los mueven a través de autobuses desde Sudamérica hasta esta frontera a razón de seis mil dólares por cabeza.Redes de “polleros” o traficantes de personas los mueven a través de autobuses desde Sudamérica hasta esta frontera a razón de seis mil dólares por cabeza.

El tráfico de personas con fines de explotación laboral y sexual es un delito internacional, como ya ha documentado la ONU.

Las mafias africanas están conectadas con las sudamericanas y las mexicanas, como lo demuestra esta oleada de congoleños que se encuentran varados en la frontera del Noroeste de México.

Quince mil kilómetros en los que son acosados, extorsionados, rechazados y perseguidos, pasando hambre y sed, para llegar a una frontera en la que la burocracia de las autoridades migratorias estadounidenses únicamente puede atender y procesar a 40 migrantes al día.

Mientras tanto, quedan a merced del gobierno mexicano, de la buena voluntad de las organizaciones promigrantes existentes en Sonora y Baja California, pero también expuestos a una xenofobia que no se ha hecho esperar.

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