Dos casos reales del daño que hace el “foco” y el trabajo del gobierno



Todos sabemos que las acciones de prevención es lo mejor que pueden hacer las autoridades para mitigar los malos hábitos y actos delictivos de nuestra sociedad.

En una entrevista con el coordinador de Vinculación de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública, Juan Pablo Acosta Gutiérrez, enumeraba las acciones que se han hecho para evitar que más niños y jóvenes sonorenses tengan conductas negativas que perjudican su salud o que simplemente actúan en contra de sus semejantes.

Datos y estadísticas hay muchos, pero lejos de comentarles lo que hace la Secretaría que dirige en Sonora, Adolfo García Morales -y donde se trabaja para combatir estos lastres sociales-, enfocaremos parte de esta columna en describirle al menos dos ejemplos particulares de los problemas que provocan las drogas y la desintegración en los hogares.

Les voy a narrar, concretamente, un claro ejemplo de los problemas que se presentan en el meritito tejido social del que tanto hablan los políticos.

Todo esto, por supuesto, con la intención de evitar que se sigan repitiendo estas malas experiencias:

Familias desintegradas, violencia intrafamiliar, pérdida del patrimonio, falta de empleo y muchas cosas negativas más, se ven en colonias vulnerables y consideradas de focos rojos no solo de Hermosillo, sino de Sonora y todo México.

Esta narrativa la vamos a empezar con la historia una ex nadadora de alto rendimiento que en varias ocasiones representó a Sonora en competencias nacionales.

Dayana (nombre ficticio del caso real que les voy a describir) es una madre soltera de aproximadamente 50 años de edad que vive en la colonia Nuevo Hermosillo, a quien el menor de sus tres hijos (de 23) le hace la vida de cuadritos y con quien corre un serio peligro. Incluso de perder la vida, ya que al menos en una ocasión la ha golpeado.

Luego de que su hijo salió de la cárcel hace apenas unos meses, la vida de esta pobre mujer ha dado un vuelco indeseable para cualquier madre de familia.

Atrapado por las drogas y sin querer buscar un empleo, su hijo le roba cuantas cosas se encuentra dentro de su casa para irlas a vender y luego -con el dinero en mano- ir a comprar cristal (o también conocido como “foco”), sustancia considerada como la más barata y que tanto daño les ha hecho a los jóvenes de nuestro país.

Ya son algunas joyas, teléfonos celulares, aparatos electrónicos y otros artículos de valor los que han desaparecido de la vivienda de la pobre mujer que todos los días sale a trabajar como vendedora en uno de los comercios que se encuentra en su sector.

Increíble pero cierto, debo decirles también, que hasta el alambrado de energía eléctrica de la vivienda ha sido desmantelado por este joven drogadicto para luego irlo a vender como cobre en las chatarreras que siguen comprando chueco, pese a las leyes que se han autorizado por el Congreso del Estado.

Debido a esta situación, la pobre mujer se ha limitado para instalar la energía eléctrica en su casa; a tal grado que solamente tiene la luz indispensable  en la cocina para hacer los alimentos que comparte con el malagradecido de su malandro hijo.

Una de las cosas que más preocupan en la convivencia diaria que tiene “Dayana”, es cuando al no poderle dar dinero a su hijo para que compre algo (droga, en la mayoría de las ocasiones), la chantajea con la amenaza de que “se va a dar piola” y hasta hace el teatro buscando una manguera o algo para supuestamente colgarse.

Ese, es el momento más tenso de la pobre mujer y en donde se lamenta por no tener las condiciones económicas de poderle cumplir sus deseos; aunque muchos familiares y amigos de ella le aconsejan que tome decisiones fuertes para resolver ese problema que poco a poco -por tanta mortificación- la está matando. Independientemente del riesgo que corre cuando su hijo se violenta, principalmente cuando se desespera al no tener con qué drogarse.

El otro caso que les quiero comentar, es la de un súper estrella del beisbol profesional de los Naranjeros de Hermosillo de los años 60’s.

Lanzador de gran recta y prospecto de Grandes Ligas, a varios años de estar sufriendo los golpes que le ha dado la vida, el famoso “Blak” simplemente dice que se quiere morir por tantas peripecias y quebrantos de salud que sufre en la tercera edad.

Gracias a un grupo de amigos y una organización deportiva que se ha comportado muy generosa, “El Negrón del Barrio” ha sido instalado en el albergue “Villa Paraíso” que se localiza a un costado de la Ciudad de Los Niños, al sur de Hermosillo.

Techo donde vivir, cobijo y alimentación, son parte de los beneficios que otorga “Villa Paraíso” a los ancianitos que viven en ese lugar.

Sin embargo y por las propias palabras del “Negrón del Barrio”, ya son varias veces que le hacen daño dentro de su habitación.

Amigos y peloteros amateurs que lo vieron brillar con los Naranjeros de Hermosillo hace 50 años, acuden cada domingo a jugar a los campos de beisbol que se encuentran a un costado de “Villa Paraíso” (el cual forma parte del predio que comprende “La Ciudad de los Niños”).

En ese lugar sus amigos le regalan billetes de 100, 200 y hasta 500 pesos que le sirven para comprar algunas cosas durante la semana; sin embargo al ser guardado ese dinero en su habitación, luego se lo roba su hijo Omar que entra al albergue con la justificación de ser un familiar directo.

Lamentablemente los encargados del lugar le permiten el acceso a ese maldito drogadicto (también adicto al “foco”) que ya tiene años utilizando el nombre de “Blak” para extorsionar a quienes ya sabe son sus amigos.

De hecho, ya son muchas veces que este malviviente “mata” al “Negrón del Barrio” para tener el pretexto de pedir hasta para el funeral.

A ese grado.

Sería bueno, entonces, que los encargados del albergue supieran la clase de calaña que es Omar y lo malo que se porta con su papá y con toda la gente indefensa que se encuentra en su camino.

Pero hay otra cosa:

Al igual que “Dayana”, el “Negrón del Barrio” también ha sido golpeado por su propio hijo.

Y pese a ello, no se ha animado a demandarlo ante las autoridades.

Porque prefieren callarse y demostrarles consideración (o supuestamente amor) a quienes por tanto tiempo les han hecho daño.

Aunque sabemos que este asunto pudiera definirse por las decisiones que tomen las propias familias (en caso de que pongan las denuncias penales), qué bueno sería que las autoridades actuaran por oficio.

Y que no haya necesidad de que los afectados tengan que andar en vueltas en las Agencias del Ministerio Público.

El hecho de que estos sumisos padres de familia no demanden a sus hijos, no creo que sea precisamente por un amor profundo hacia ellos.

Porque eso se va perdiendo con el mal trato que reciben.

Más bien creo que es por miedo, el hecho de que la demanda no se ponga ante las autoridades.

De todas formas -y por la esperanza de que mejoren sus condiciones de vida-, recemos por “Dayana” y nuestro querido “Blak”.

Seguimos el viernes.

Facebook Eugenio Madero Samaniego

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