Aprender del pasado

Soy militante del PRI desde 1974, incorporado entonces a las filas juveniles; y desde 1979 a la fecha he tenido la oportunidad y el privilegio de participar en los órganos nacionales de dirección del partido durante las dirigencias de 19 presidentes del Comité Ejecutivo Nacional.

Por convicción ideológica y congruencia política he mantenido mi militancia aún en los momentos más difíciles del partido, y de mayor dificultad personal frente decisiones de la dirigencia asumidas por una mal entendida disciplina.

Viví en forma directa, como diputado federal, la crisis de 1986-87, cuando por la cerrazón de una dirigencia autoritaria y antidemocrática se presenta la escisión de la Corriente Democrática, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.

Aún tengo presente aquella parte del discurso del entonces presidente del CEN, Jorge de la Vega Domínguez, en la XIII Asamblea Nacional. “Desde esta gran Asamblea decimos a todos los que de aquí en adelante no quieran respetar la voluntad de la inmensa mayoría de los priistas, que renuncien a nuestro partido y que busquen su afiliación en otras organizaciones políticas”.

La Corriente Democrática salió del PRI, formó el Frente Democrático Nacional, después el PRD; y sin duda fueron factor fundamental en la constitución de Morena y hoy constituyen el núcleo que se esfuerza en dar consistencia ideológica a ese partido frente a la ausencia de rumbo de la mal llamada 4T de López Obrador.

En 1988 me incorporé al Comité Ejecutivo Nacional en la dirigencia de Luis Donaldo Colosio, y como parte de su equipo viví la extraordinaria etapa de las reformas democráticas que se impulsaron en la XIV Asamblea Nacional que, sin duda, contuvieron una mayor deserción de militantes.

Hoy el PRI vive la etapa más difícil de su historia después de los procesos electorales de 2018 y 2019; y en ese contexto se realizará la renovación de la dirigencia nacional, con un proceso que inicia mal por la actitud asumida por 11 gobernadores priistas que anunciaron su respaldo al gobernador de Campeche, en una actitud que violenta la legalidad interna y representa una absoluta falta de respeto a los lineamientos emitidos por el Comité Ejecutivo Nacional el 22 de abril pasado, para garantizar la equidad y la imparcialidad en la contienda interna.

Ojalá la dirigencia nacional del PRI tenga la voluntad y capacidad necesarias para poner orden y garantizar la legalidad y la equidad en el proceso interno. No se puede construir el PRI del siglo XXI con la mirada puesta en el siglo pasado. Ya no es el tiempo de imposiciones autoritarias ni de simulaciones democráticas. Ya no es el tiempo de la exclusión por pensar diferente o por ejercer el derecho de exigir el cumplimiento y respeto a las normas que nos obligan a todos los militantes sin distinción de cargo o de rango político.

La historia enseña que el autoritarismo y la exclusión conducen a la fractura; y el PRI ya no resistiría otra.

JOSÉ ENCARNACIÓN ALFARO CÁZARES

COLABORADOR

@JOSEEALFARO

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