Similitudes y discrepancias



Voy a ofrecer a usted una demostración de la asombrosa perspicacia con que El Supremo Creador me dotó, antes de despacharme a este mundo para que lo mancillara con mi presencia. Perspicacia que algún despistado, o algún atarantado pudiera confundir con sabiduría, siendo dos cosas tan disímbolas entre sí. Desde mi muy modesto punto de vista, entre lo que es perspicacia y lo que es sabiduría no existe ninguna similitud, y en cambio existe una notable discrepancia.

Volviendo a mi ofrecimiento inicial, la demostración de perspicacia que voy a ofrecerle a usted es la siguiente: la vida nos da de todo a todos, aunque a unos más que a otros, y a otros menos que a algunos. Órale pues. Y la vida –canija e inescrutable como es- no necesariamente es justa en su distribución. Tampoco ese reparto depende de los merecimientos mayores o menores que tengamos como habitantes de un mundo que, de por sí, es injusto, mezquino e inequitativo a más no poder.

Es un mundo cabrón este en que vivimos, y esta es otra muestra de perspicacia adicional, un “bonus” que le ofrezco a usted como pilón. Y lo hago gratuitamente, sin esperar retribución alguna y sin cobrar ni un centavo por mi generosidad, simplemente para que compruebe usted que no soy mezquino con mis cosas, y que sé compartir los dones que se me dieron, sin yo merecerlos.

Seguramente a estas alturas ya se está usted preguntando usted hacia dónde voy con esta serie de elucubraciones carentes de sentido y de objeto. Pues déjeme decirle que no voy a ningún punto determinado. No estoy tratando de demostrar que soy un pensador muy profundo, o que domino la filosofía y la psicología. Tampoco deseo establecer algunapremisa con la intención de sustentar alguna situación específica, de las muchas que flotan en el ambiente nacional y que bullen en las mentes de algunos mexicanos, que no entienden nada de lo que pasa, ni tienen idea de por qué está pasando.

Hace algún tiempo, la compañía aseguradora con la que tengo contratada (cada año con mayor dificultad, lo confieso) mi póliza de gastos médicos mayores, me indicó que le pidiera al facultativo que ha atendido mis crecientes achaques durante cerca de dos décadas, un informe médico amplio y detallado sobre el estado que guarda mi salud. Hasta aquí no hay problema. Están en su derecho de pedir lo que quieran y necesiten, y yo como asegurado tengo la obligación de darleslo que piden, si quiero recibir los reembolsos de gastos a los que cada vez ponen mayores objeciones. He investigado y todas, absolutamente todas las aseguradoras están en el mismo plan, y no hay poder humano o sobrehumano que les ponga la mínima restricción a sus exigencias, que son cada vez más duras y difíciles de satisfacer.

Este es un problema creciente, que viene a sumarse a la gran crisis que se ha desencadenado en los servicios médicos que el gobierno tiene la obligación que prestar a los trabajadores mexicanos afiliados a cualquiera de los institutos de seguridad social. Son los dos dientes de la gran pinza que aprieta al pueblo mexicano, por un lado en la medicina privada, y por otro la medicina pública, o medicina social. La salud de las personas de cualquier nivel socioeconómico se ha vuelto uno de los renglones más costosos, difíciles y delicados en México y en el mundo, por sus múltiples y dolorosas implicaciones.

Volviendo a mi caso particular que quiero presentar al lector, mi médico, cual es su costumbre siendo un profesionista extremadamente serio y responsable, ordenó una amplia serie de estudios y exámenes, antes de emitir su valoración. Es lo que su conciencia y su código de ética le dictan, y por ello fue lo que hizo.

El domingo primero de este mes el actual presidente de México tuvo que presentar su primer informe sobre el estado que guarda laadministración del país. Desde el primer día de su mandato ha salido a brindar homilías matutinas, cinco días cada semana, en forma religiosa y con duración promedio de dos horas, sobre lo que él considera “los asuntos nacionales”, y que no pasan de ser monólogos con breves periodos de preguntas prefabricadas hechas por “periodistas” escogidos previamente para hacerla de patiños del señor López.

El Informe fue entonces para él un paseo por el campo, pero cabe destacar que no fue decisión suya presentarlo, sino que lo hizo porque se lo manda la Constitución, y López todavía no consigue borrar del mapa la maldita Carta Magna que lo sujeta como camisa de fuerza, y le impide hacer todo lo que bulle dentro de su desbielada cabecita. No lo consigue… todavía, pero no me cabe ninguna duda de que está buscando afanosamente la forma de poder hacerlo. Ya lo veremos ustedy yo.

Sin pretender ofender en modo alguno al respetable gremio médico mexicano, el señor López viene siendo como el gran médico del país.Tiene la responsabilidad de atender las enfermedades que afectan al país, y de resolver las grandes crisis de salud política, social y económica que crecen y se diseminan por doquier. Durante diez y ocho años estuvo diciendo que él sabía cómo hacerlo, y cuando finalmente le fue entregado el poder que tanto ambicionaba, se le está desbaratando el discurso que le sirvió de palanca para su ascenso al trono.

Lo lógico sería que hubiera procedido de igual manera que lo hizo mi médico, ante la exigencia de la compañía aseguradora: ponerse a examinar los análisis y los estudios de los expertos, antes de intentar poner en efecto los tratamientos adecuados para cada caso. Ahora, en la práctica, estamos viendo que el doctor López no está preparado en lo más mínimo para curar al enfermo comatoso que tiene entre manos, y que es una mentira monumental -otra más de las muchas con que nos ha abofeteado- su aseveración de que él sabía como hacerlo.

El contenido de su Primer Informe lo dice todo. Y los expertos en cada rama de la amplia problemática que enfrenta el país, se han encargado de realizar la disección del discurso banal y engañoso que ofreció el domingo 1º de este mes, y que el pueblo bueno, con esa sabiduría que se le reconoce, tuvo a bien ignorar y hacerlo a un lado por considerar que no valía la pena perder el tiempo escuchando esa sarta de tonterías.

Como prueba de lo anterior, me permito reproducir aquí uno de los muchos juicios críticos que se emitieron en relación con el citado Informe, cuyo autor es el conocido y reconocido analista Jorge Suárez-Vélez. Cito textualmente: “El ‘Tercer Informe’ de AMLO fue una oda a la fantasía, a una mejora que quizá ocurre en algún país imaginario que poco tiene que ver con México”.

El humor enfermizo de llamar “tercer informe” al que en realidad fue el primero, es parte del ingenio satánico que despliegan los asesores estratégicos del presidente López. Y da pie para que los que no estamos dispuestos a soportar burlas y chistoretes de parte del comediante silvestre que se hospeda en Palacio Nacional, repliquemos de manera correspondiente, pasando por encima de las formas y fondos de respeto que deben aplicarse a la figura presidencial, en condiciones normales. El problema es que estas condiciones que estamos viviendo en México en la actualidad, no son para nada normales.

El médico que tiene la responsabilidad de curar las enfermedades de México, ha decidido recetarnos aspirinas y paracetamoles como base del tratamiento para contener y eventualmente erradicar los gravísimos males: cáncer en seguridad, arritmia financiera, asfixia de empleos, embolias en las instituciones de medicina social, etcétera, que mantienen al enfermo recluido en cuidados intensivos. Los pronósticos en estas condiciones no son nada alentadores, y peor aún cuando la tendencia que muestra el médico es de mantenerse tercamente montado en su macho, sin aceptar las voces de advertencia de los especialistas que sí saben de esas cosas.

Sus defensores a ultranza argumentan que en nueve meses es poco lo que se puede hacer, y estoy dispuesto a concederles algo de razón, pero aceptemos también que nueve meses son suficientes para que se empiecen a manifestar los primeros signos de mejoría, y en cambio absolutamente todas las señales son negativas, y apuntan hacia un probable fallecimiento del paciente.

Y los miembros más benévolos y optimistas de la parroquia obradoristasostienen que, en efecto, el Primer Informe no fue un documento pormenorizado de realizaciones palpables y de proyectos en marcha, sino un mensaje pleno de aliento y de esperanza. Sin menospreciar el efecto benéfico de la esperanza para un pueblo que la está perdiendo a ritmo acelerado, me permito discrepar, diciendo que los tiempos y circunstancias actuales demandan con urgencia acciones concretas y no palabras, discursos y nuevas promesas, que se van en alas del viento y nadie las vuelve a ver jamás.  

En Twitter soy @ChapoRomo

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