La insensibilidad en el poder



De seguir con la misma actitud una buena cantidad de funcionarios y gente ligada al servicio público federal, podríamos advertir que una vez terminado el presente sexenio, calificaríamos a la Cuarta Transformación (4T) como lo peor que le ha pasado a México en su estructura socio-económica, de salud y de valores morales.


No es posible, amigos -entre muchas cosas malas-, que se pudiera ver tanta insensibilidad por parte de la primera dama, Beatriz Gutiérrez Muller, quien luego de rechazar públicamente su ayuda a los niños enfermos con cáncer, se equivocó más al tratar de disculparse a través de la redes sociales.


Quienes me conocen y pudieran estarme leyendo desde hace algunos años a la fecha, saben perfectamente que siempre trato de respetar a las personas a través de mi trabajo y en el trato personalizado, ya que es algo que he hecho y seguiré haciendo porque así me lo enseñaron mis papás y mis abuelos.


Sin embargo creo que, esta vez, podría ser la excepción.


Los desprecios que emitió la esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, merecen -lo que diríamos en El Jito- una mentada de madre por su aparente nulo corazón a favor de los más necesitados.


En este caso los niños afectados por cáncer, a quienes les hacen falta medicamentos y atención especializada.


Porque a 18 meses del nuevo gobierno, la doña simplemente representa -con todo respeto- el perfil individual y de grupo de una nueva clase social con fecha de caducidad conocida como “chairos”, que aunque sepan que cometen un error o la caguen bien feo, jamás reconocerán haberlo cometido.


Aparte de que adoran a AMLO, quien al decir cualquier cosa, lo convierte literalmente en ley.


Sería bueno que los actores políticos y personas involucradas en la 4T, se bajaran un ratito del ladrillo y vieran el esfuerzo que hacen las autoridades estatales y municipales no solo para tratar de mitigar la pandemia del coronavirus; sino para echar a andar su economía, atender a la población en sus programas sociales, bajar los niveles de inseguridad y un sinfín de problemas que todos tienen en común y que quieren arreglar.


Lamentablemente, está más que demostrado que cada funcionario de primero, segundo o cualquier nivel federal, solamente acata las disposiciones del Presidente de la República, quien evidentemente ejerce una dictadura supuestamente capitalista -pero con acciones muy socialistas- en pleno Siglo XXI.


Para quienes hemos tenido la desgracia de perder un ser querido en esta etapa que parece interminable, sabemos que el programa que más mal ha manejado el Gobierno Federal es precisamente la pandemia del coronavirus; teniendo como vocero y encargado de esa responsabilidad a un tonto merolico que al decir una cosa sobre el tema, cambia su versión al siguiente día o incluso en la misma conferencia de prensa.


Debido a sus inconsistentes declaraciones -y principalmente a su nula acción para frenar la propagación del virus-, Hugo López Gattel ha contribuido mucho, pero mucho, para que México se encuentre entre los primeros cinco países más afectados con una gran cantidad de contagios y miles de muertos.


Aunque en la política, todos sabemos que la última decisión la toma la autoridad superior.


En este caso el presidente Andrés Manuel López Obrador, lo cual no lo excluye del tema de salud.


Han sido tan evidentes las posturas autoritarias y el nulo ejercicio democrático en el focus group Presidencial, que ya se han registrado algunas renuncias de ahora ex funcionarios que verdaderamente lucharon por un cambio y exigieron que se respetara su dignidad; siendo el caso más reciente Alfonso Romo, quien ya mejor dejó su cargo como Jefe de la Oficina de Palacio Nacional.


Debido a tantas desgracias que se están viviendo en el país (al adelantarse los fallecimientos de abuelos, tíos, parientes de la tercera edad, papás y mamás jóvenes, además de niños y adolescentes), que nos queda claro que la solución a este problema la tenemos que provocar nosotros mismos.


Porque si esperamos a que el Gobierno Federal nos apoye con mandarnos medicamentos y fortalecer los programas e infraestructura hospitalaria para mitigar el coronavirus, sería estresarnos más y bajar nuestras defensas y calidad de vida.


Aunque tenemos la esperanza de que nos apoyen con el recibo de la luz (por las gestiones de la gobernadora Claudia Pavlovich).


O que nos den una prórroga para el pago de impuestos y que realmente lleguen los micro créditos a los pequeños empresarios.


Es por eso, amigos, que debemos reconocer el esfuerzo de los gobiernos estatales y municipales de todo el país (incluyendo los de Morena que también se sienten defraudados) que se han estado rascando con sus propias uñas; como está sucediendo en Sonora y concretamente en Hermosillo y los otros 71 municipios.


Y a pesar del nulo apoyo, el Gobierno de Sonora jamás le ha declarado la guerra a la 4T como lo hicieron en Jalisco, Nuevo León, Tamaulipas, Michoacán, Chihuahua y otros.


Después de 100 días de haberse decretado la “cuarentena”, el número de contagios y fallecimientos ha seguido en aumento y no vemos para cuándo se registre el punto de inflexión y que las estadísticas negativas empiecen a bajar.


Estamos conscientes que por parte de la gobernadora Claudia Pavlovich -como decíamos-, y de la alcaldesa Célida López Cárdenas, no ha quedado; ya que han hecho llamados constantes a la población para que nos quedemos en casa y nos cuidemos cuando tengamos que salir a la calle por cuestiones sumamente esenciales.


Además de que ambos gobiernos han estado aplicando programas de apoyo en alimentación, financiamientos para micro y pequeñas empresas, vivienda y prevención a la salud -como muestras rápidas del coronavirus en centros fijos y ambulatorios en las colonias y comunidades rurales-, entre muchas otras acciones.


Sin dejar, por supuesto, de cumplir con el resto de programas y políticas públicas consagrados en el Plan Estatal y Municipal de Desarrollo.


¿Les digo algo?


Cómo quisiera que nos hubiera tocado un Presidente más pendejo que Peña Nieto, u otro que fuera más borracho que Calderón; pero que se hubiera enfocado en atender la emergencia de salud que todavía tenemos.


Dios nos bendiga a todos.

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