Los corridos populares 3/3

LOS CORRIDOS POPULARES 3/3

Breve Ensayo.

Héctor Rodríguez Espinoza

Creadores y propagadores. En su apogeo -1880 a 1930-, han sido los cancioneros populares los que con su fantasía lo han forjado rápidamente, apoyándose sobre literatura tradicional, según modos regionales:

Soy San Juan de Ángeles / donde no nacen cristianos...

Miembros de la sociedad de los acontecimientos han sido del pueblo, al igual que los protagonistas, familiares y hermanos de las víctimas, los que con lágrimas entonan:

Ya no me compongo más versos,/que me duele el corazón;

Siempre tengo que cantar /porque así es mi profesión.

No piensen que yo me ofendo.../mas en fin, ya me despido

con tristeza verdadera...

            En ocasiones son testigos presenciales de las luchas y combatientes:

Y nosotros contestamos:/ - ¡viva, viva el agrarismo!

quemando el último tiro / nos daremos por vencidos.

Hay casos en que del relato se deduce que el autor estuvo presente y que la narración no puede ser a través de un intermediario:

Carnicero brinda el toro /cerca de la Presidencia...

se le arranca por detrás.../ se fue derechito al toro

con la capa a medio abrir..../ en menos que se los cuento

Alberto estaba en el suelo...

Y todavía más, se ve cómo el testigo de la tragedia corre a su casa a dar forma a sus estrofas:

... aquí se acaba el corrido /que lo escribí muy temprano.

No es posible concebir y transcribir de otra manera los combates de guerra y ejecutando cada uno de los compañeros del narrador; es más frecuente que acudan al cancionero para referirle los hechos y que él les dé forma poética y musical.

            Otro tipo es el que toma como fuente la prensa, que no habiéndole sido posible estar en el lugar, al saber la noticia corre a completarlo. En las desgracias colectivas, desastres ferrocarrileros, inundaciones, terremotos, etc.; ha habido intérpretes del sentir popular extraídos de la masa anónima o identificados con ella: la Casa Vanegas Arroyo los confiaba a don Constancio Suárez, la de don Eduardo Guerrero ha publicado corridos escritos por su hermano José. Poco a poco su entonación, lenguaje y estilo han sido imitados por eruditos que han confeccionado textos. Aún en medio de esta multitud de material es posible distinguir al autor del imitador, que pone la cultura genuina del pueblo, mientras que el segundo descubre con frecuencia sus lecturas y su nivel intelectual.

Los propagadores son cancioneros que van de feria en feria acompañándose con su guitarra y en multitudes pregonan los títulos escandalosos que encabezan las hojas impresas; hacia fines del antepasado y principios del pasado siglo, la Casa Vanegas Arroyo abusaba de los epítetos y superlativos: “Espantoso suceso”, “Rarísimo acontecimiento, “¡Una muerta que se levanta del sepulcro!“, “Espantoso parricidio y verdadero ejemplo en el Saltillo, el día primero del mes pasado.” Y la primera cuarteta:

Ha quedado ya, señores, / el criminal fusilado,

y después en el Averno / ¡para siempre condenado!

Al escucharlo las multitudes se apiñan para oír, sintiendo en carne propia lo acontecido a la familia de la víctima:

¡Ay, Petrita se llamaba / la humilde de su mujer,

y le echó la tierra encima y / no la volvieron a ver! ...

La madre cuando lo supo,/ sus ojos eran cristales,

de ver a su hijo querido /con tres heridas mortales...

Al terminar el canto venden sus canciones o hacen colecta. Cuando son hombre y mujer cantan a dueto, y antes y después hacen larga peroración, para venderles las hojas al último acontecimiento.

Corrido de la catástrofe aérea al chocar un avión contra el gigantesco Popocatépetl, en el pico del Fraile, donde perdió la vida la bella artista Blanca Estela Pavón y el senador Ramos Millán. ¡¡24 muertos!!

Es frecuente que sea el pueblo el que les pida tal o cual tragedia, la muerte del torero Alberto Balderas, la del general Maximino Ávila Camacho, o la explosión de una tlapalería en la calle de la Corregidora. Estos rápsodas trashumantes se contratan y venden sus canciones en las barrancas de las loterías de figuras o a las puertas de los expendios de bebidas. Mas los “memorillas” del pueblo que reiteradamente los escuchan durante horas, o compran la hoja impresa y la llevan para aprenderla en familia, las repiten y difunden en su barrio. Y si vinieron de pueblos remotos o se dedican a la arriería o al tráfico de mercancías, por el camino, en las noches de luna, para distraer la velada o desahogar emociones, cantan hora tras hora, repitiendo los episodios del cruel asesinato, las altanerías del hijo desobediente, los lamentos del huérfano o las hazañas de los combates de Celaya, y aún se emocionan patrióticamente con la despedida del Emperador Maximiliano.

Hay trovadores populares que han hecho de su canto una profesión, “hombres de mundo”, han recorrido el país, de feria en feria, de poblado en poblado, a lo largo del ferrocarril, al extranjero y conocen las costumbres de las regiones y los méritos y bellezas de las ciudades; que teniendo como único patrimonio su guitarra, guardan en su memoria un tesoro de relatos y de melodías que explotan y administran con habilidad.

Entre este tipo los hay que han contribuido a aumentar el acervo de literatura y de corridos, hábiles improvisadores, conocedores empíricos de la literatura tradicional, casta de trovadores regionales con largo historial y reclaman con justicia su paternidad y celebrar justas y torneos líricos cada ocasión:

Soy compositor poeta, /conózcanme por las señas...

Sus nombres: Refugio y Juan Montes, Federico Becerra, Fausto Ramírez, Samuel M. Lozano, Claro García y una pléyade que les imita:

...estos versos son compuestos /por Felipito Rivera ...

Son extraordinarios divulgadores los soldados que, en sus cuarteles o en los campamentos o su guarnición, cantan temas afines o heroicidades revolucionarias que despiertan entusiasmo; los mendigos que se estacionan en las calles y que han hecho de los cantos un medio seguro de vida; los primitivos gramófonos substituidos por los fonógrafos y actualmente las sinfonolas que atruenan las barrancas y cantinas de los pueblos.

Un factor más efectivo, los últimos años, las estaciones de radio, la televisión y las redes sociales; aún más decisivo las imprentas de la capital y de provincia, que llenan con sus producciones, ya en tarjetas sueltas o en cuadernos, la superficie del país.

¿Y qué decir de los narcocorridos, género que, a través de los medios electrónicos de comunicación –especialmente de la Radio– ha atrapado el gusto de importante segmento del pueblo mexicano? 

Joaquín Sabina. Según La Jornada, 26 de octubre del 2002, para el cantautor español, los narcocorridos mexicanos son "absolutamente necesarios e inevitables", una foto de lo que sucede y de cómo lo ve la gente de abajo. "Sus virtudes y defectos son casi todas virtudes y que quienes se enfadan con ello, algo habrán hecho", dijo en conferencia de prensa.

El autor de 69 punto G realizó una gira de "entrenamiento" por México y en Puerto Rico, lanzamiento de un nuevo material discográfico que incluye “Como un dolor de muelas”, letra del subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Para Sabina, México es un país que, como pocos en el mundo, mantiene viva su música popular, "no sólo en Garibaldi, sino en las canciones que se están haciendo ahora". Aunque también criticó el ablandamiento del mensaje de las naciones de rock modernas con el proceso de "estrellitis" de los cantantes contemporáneos.

Corrupción judicial y corridos populares. De la charla de café, nos llegan datos –aislados y sin sustento- sobre hechos en los cuales se vieron involucrados ganaderos en el abigeato, el cual dio cauce a la creación de un corrido, una tradición social y costumbre nacional, destaca la participación de dos hermanos, los Gaxiola, dueño o dueños de un rancho, colindante con otros, en los que, en ellos “desaparecieron” varias cabezas de ganado.

No obstante la denuncia, los acusados fueron puestos en libertad, naciendo la sospecha de un acto de corrupción en donde el juez, de apellido ¿Urquídez?, supuestamente recibió “50 mil pesos primero y 10 mil después.”

Los hechos conocidos en los medios sociales dieron cauce a un corrido, porque los Gaxiola eran hombres muy conocidos en los ámbitos recreativos y sociales de Navojoa.

Aducen charlantes cafeceros que, en realidad, lo que atrajo en el medio popular fue “el sonsonete musical”, pues los hechos, tan comunes en los ranchos, la letra no trae una novedad poética o algo atractivo, simplemente los compositores “atinaron” al darle buen cobijo pautado.

Surgen las anécdotas, la sublimación de los hechos, los “chistes”. Se cuenta que en una ocasión un vaquero le dijo a su amo, uno de los Gaxiola, que los cercos que protegían al rancho estaban en el suelo y que por allí se podrían “salir las vacas del rancho”, recibiendo como respuesta:

- “Más bien pueden entrar”…

Otro “chascarrillo” menciona que es costumbre en las rancherías que cuando se mata un animal de uña (puma o león de montaña) que causa mucho daño al ganado, se lleve una de las patas del animal y se hacía acreedor a un becerrito; y que uno de ellos que mató a uno de esos depredadores se presentó a un rancho, exhibiendo la pata del animal muerto y el dueño le dijo:

-“Mira, si me traes la mano de Gaxiola, no sólo te doy un becerro, sino una vaca, un toro y… el becerro”.

Corrido Los Amarradores, autor: Socorro Ruso

Año del cincuenta y nueve, presente lo tengo yo,

se empezó a perder ganado, por todita la región,

en el monte había rodadas de troquitas y camión.

En el rancho de Agiabampo, era punto de reunión,

ahí operaban Gaxiola y los Hermanos Rascón,

unos para Navojoa y otros para Irrigación.

“Oye Chico Moroyoqui, no seas tú tan desgraciado,

ahora me vas a decir, quién se robó mi ganado,

si no te voy a dejar en un mezquite colgado.”

Y Chico le contestó: “La verdad te diré yo,

los becerros que te faltan, Gaxiola se los llevó,

con una marca de alambre, que él mismo se los marcó.”

En buenos carros de sitio, se paseaban por el río,

tomando cerveza helada y mezcalito amarillo,

a costillas de Siqueiros y de Don Pancho Castillo.

Y los Hermanos Rascón, no demostrando interés,

pero por debajo´e cuerda, le dieron dinero al juez,

primero cincuenta mil y diez mil pesos después.

El Cuate Soto en la cárcel, ya no quería ni comer,

cuando salió a declarar, no se podía contener,

“yo sí he vendido becerros, pero eran de mi mujer.”

Ya con ésta me despido, son mis deseos mejores,

este corrido es compuesto, de Basiabampo a Las Flores,

aquí termina el corrido, de los tres amarradores.

Cierro con broche de oro: Dos corridos del padre Kino.

1.- Letra y música: Hilario Sánchez Rubio, hijo predilecto de Empalme.

Yo que canto corridos a diario, /no sé cómo se me fue a pasar,

el corrido de un hombre muy fino /el del Padre Kino, que hoy vengo a cantar.

Por los indios luchó sin desmayo, /del atraso los quiso sacar,

y paseó su fervor a caballo, /y todo Sonora lo vio cabalgar…

Y al final de su vida serena, /y al querer su reposo buscar,

de Sonora escogió a Magdalena, /y tierra más buena no pudo encontrar…

Y esta historia, que grata resuena,/que a la gente le gusta contar,

no se olviden que, allá en Magdalena, /en todas las bocas la van a escuchar…

De los pasos que dio el Padre Kino, /allá en Imuris huella dejó,

en ‘’La mesa’’, también ‘’Terrenate’/ y por ‘’San Ignacio’’ las huertas cruzó…

El ‘’Tazicuri’’ guarda en la arena /los guijarros que el Padre pisó,

Y su cuerpo quedó en Magdalena /y en los corazones su nombre quedó…

Y al final de su vida serena, /y al querer su reposo buscar,

De Sonora escogió Magdalena,/y tierra más buena no pudo encontrar…

Y esta historia que grata resuena, /que a la gente le gusta contar,

no se olviden que, allá en Magdalena, /en todas las bocas la van a escuchar…

2.- Letra y música de Juan Antonio Ruibal Corella, hermosillense representativo.

Voy a cantar un corrido de un misionero muy fino,/su primer nombre era Eusebio y su apellido era Kino,/ gran evangelizador apóstol de los caminos./ Llegó de otro continente a la Baja California,/ pero Dios quiso indulgente que se quedara en Sonora,/ colonizó el Noroeste también el sur de Arizona./ Fundó pueblos y misiones construyó la pimería,/ conquistó los corazones de las tribus/ noche y día les enseñó agricultura, también la ganadería./ Jinete de la llanura, un hombre fuera de serie,/ su cama era la montura y su techo la intemperie,/ cabalgó muchas jornadas beneficiando a la gente./ Cuentan los viejos con pena que un día se montó en su silla,/ se dirigió a Magdalena a bendecir la capilla,/ pero ya estaba cansado, murió en brazos de los pimas./ Vuela, vuela palomita, párate en aquel encino,/ cántala estas mañanitas a Eusebio Francisco Kino, / gran evangelizador, apóstol de los caminos.

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