Un crimen de lesa humanidad… Si viviéramos en otro país, la información de la Comisión Independiente de Investigación sobre la pandemia del Covid-19 hubiera provocado una investigación a fondo del Congreso de la Unión y del propio gobierno federal.
Pero como son los principales cómplices de la enorme mortandad de mexicanos, el presidente López Obrador sólo dijo que le mandaba un abrazo a Hugo López-Gatell. Sin duda que los datos son apabullantes, porque de las 833 mil muertes en exceso registradas en la pandemia, que sólo reconocen menos de la mitad, más de 300 mil muertes, que hay que decir asesinatos, son atribuibles a políticas públicas erróneas aplicadas por el actual Gobierno. Entre ellas cuando López-Gatell comparó el Covid con una gripe. Cuando negaron el uso del cubrebocas o cuando el propio Presidente invitaba a que la gente se reuniera. Falta de inversión en el Sector Salud, que dejó a muchos hospitales sin equipo y medicinas. Esas fueron por decisiones oficiales y no por meras circunstancias. Por estas muertes alguien tiene que responder, porque son un crimen de lesa humanidad.
Médicos indefensos… Algo de que tampoco se hacen responsables son los casi cinco mil muertos en el personal médico, porque no tuvieron el apoyo adecuado. Incluso, hay que recordar que por orden presidencial se les negó la aplicación de vacunas en primera etapa. Estos miles de médicos, enfermeras y personal de apoyo que entregaron su vida fue porque no tenían equipo o material para no verse infectados. Recordamos cómo no les daban vestuario adecuado para que se movieran en medio de pacientes infectados. La mayor infamia fue la de no vacunar al personal médico, incluso muchos de ellos fueron de voluntarios para atender personas infectadas. Y fueron a sabiendas del riesgo que corrían. Con todo esto les negaron que fueran vacunados. Eso es una verdadera infamia. No pueden negar que México fue el país donde más personal de Salud falleció. El doble de los que murieron en los Estados Unidos.
Uso político de vacunas… Otra seria acusación fue que usaron las vacunas con fines políticos, porque desde la Presidencia se designaba en qué municipios se iban a entregar vacunas. Todo esto porque López Obrador quien se asumió como autoridad sanitaria, lo que era avalado por el lambiscón de López-Gatell. Ellos asumieron que sabían más que los gremios de médicos y científicos. Tampoco aceptaron advertencias y consejos del Consejo de Salubridad General y la Academia Mexicana de Ciencias. A pesar del escenario catastrófico, López-Gatell presumió delante de su protector y cómplice, que si morían 60 mil muertos sería un escenario catastrófico. Después cuando estas cifras fueron superadas calló criminalmente y lo que intentaron fue ocultar las verdaderas cifras de las muertes.
Habrá justicia… México el cuarto país en Latinoamérica con más muertos, sobre debajo de Bolivia, Perú y Ecuador. Pero otro daño colateral de estas políticas fallidas fue que nuestro país es donde quedaron 215 mil niños huérfanos. No se diga los miles de hogares que quedaron en el desamparo. De todo esto alguien debe pagar tarde que temprano. No es posible que los autores de estos crímenes por fallas garrafales en las políticas sanitarias ni siquiera sean llamadas a entregar cuentas. Por el contrario, son premiados con jugosos huesos oficiales como pasa con Hugo López-Gatell, que diga lo que diga el presidente López Obrador pasará a la historia con el terrible remoquete del “Dr.Muerte”. Eso lo acompañara siempre. Lo malo que será una herencia que deberá proteger Claudia Sheinbaum, aunque no se sabe hasta dónde se animará a poner la cara para que no le toquen a su consentido a su actual jefe político. Ah, pero en el improbable caso de que ganara Xóchitl, a Gatell le espera la cárcel como mínimo. Y eso bien lo sabe, por eso quería cargo de elección popular para tener fueron. Pero algún día deberá pagar porque hay un Dios.
En fin, mejor la dejamos así y recordamos lo que decía la Toña Trillas, las rejas no matan, pero qué susto ponen. Sale.
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