+ El atentado en Colombia y las similitudes en México; se engallan PT y PRD; Ramón Flores y Carlos Navarro visualizan el 2027
Agustín Rodríguez L.
GUAYMAS, Son. – Colombia no erradicó la violencia de los grupos de poder que la utilizan para imponerse en la política, repeliendo a la democracia.
Será imposible no establecer comparativos entre ese país de los años 80 y el actual. Igual será querer esquivar el recuerdo del atentado que mató a Luis Donaldo Colosio aquel 23 de marzo de 1994 en Tijuana.
El país sudamericano revive la incertidumbre de ese ayer, tras el atentado contra Miguel Uribe Turbay, senador y aspirante presidencial, la tarde de sábado en Bogotá. Fue el mismo proceso de casos en la historia: un mitin, un discurso interrumpido por disparos, gritos, sangre y la desesperación entre quienes intentan ayudar sin acertar cómo.
El traslado, el hospital, la acción policial, detenidos, investigaciones, anuncios de comisiones para aclarar todo… sí, como fue en 1994 en México con Colosio. Aunque hay variantes sugiriendo que los colombianos sí aclararían el ataque.
El presidente Gustavo Petro promete que “habrá responsables, empezando por los de su seguridad” y suspendió actividad oficial para atender directamente el caso, donde un menor de edad aparece como el presunto sicario, capturado por un agente de la Unidad Nacional de Protección a quien le gritaba, daría nombres. Está bajo custodia junto con el arma que habría disparado. Investigadores experimentados de todas las agencias de inteligencia fueron convocados a “desenredar” el caso.
Petro quiere descubrir --fue insistente en eso-- quién es el asesino intelectual. Desliza la idea de cruzar fronteras para esclarecer los hechos y encontrarlo, “con su nombre propio, en el lugar donde viva, sea en Colombia, sea en el extranjero”.
Y puso la lupa sobre la UNP a cuyo cargo estaba la seguridad del congresista. Quiere saber por qué se incumplieron protocolos y ofreció recompensa de 3 mil millones de pesos colombianos –unos 15 millones mexicanos -- a cambio de información.
Aceptó sus diferencias –distancia política, les llama—con Uribe, pero deja claro que “la política es libre, y siempre hemos defendido que sea libre de violencia, por eso hicimos la paz”, luego de rechazar el uso político de esta tragedia, lo cual calificó de “oportunista, bajo”, porque “no es el fin político lo primero, hoy es la vida”.
“La primera responsabilidad del presidente de Colombia es cuidar la vida de su propia oposición, es el deber del demócrata hacerlo”, se extendió.
Anuncia medidas con el respaldo de la cúpula militar y policial. Aunque a conejo ido, ordenó fortalecer la protección a precandidatos e indagar sobre posibles redes detrás del crimen que tienen alerta máxima. La expectativa ahora está en los próximos anuncios oficiales.
Entre los 80 y 90 del siglo pasado, asesinaron a 4 aspirantes presidenciales. El caso más sonado, el de Luis Carlos Galán, crimen que dividió a Colombia.
Fue un liberal, de 45 años, asesinado en 1989 durante un acto de campaña por la Presidencia en un poblado aledaño a Bogotá mediante el mismo método: hablaba sobre una tarima y los asesinos mezclados con la gente abrieron fuego. Era el favorito para ganar las elecciones de 1990.
Culparon al célebre cartel de Medellín, de Pablo Escobar. Dijeron que por una alianza con sectores políticos y agentes estatales contrarios a quien prometía extraditar a Estados Unidos, a los principales capos colombianos.
Las banderas de Galán fueron tomadas por su jefe de campaña, César Gaviria, quien fue elegido presidente para el periodo 1990-1994 --sí, como Zedillo en México-- y lo demás es historia.
Juan Manuel y Carlos Fernando Galán, hijos del político asesinado, ganaron años después escaños en el Senado. El segundo es el actual alcalde de Bogotá.
Las similitudes son parte del procedimiento para estos crímenes. Se vieron con el caso Colosio, por supuesto, con su escolta como sospechosos, la falla del general Domiro García, jefe de Seguridad; detenidos, cómplices nunca encontrados, conclusiones de comisiones y un asesino solitario, que contradice al juicio de los mexicanos. El pueblo juzgó y tiene su verdad.
Colombia debe atajar la barbarie, pues se vuelve regional. Lo que allá ocurre se replica en México y ese pasado no nos gustó, pues tres décadas después siguen resintiéndose sus efectos.
SE ENGALLAN PT Y PRD
Ramón Flores dejó a un lado su curul como representante del Distro 04 (41 de los 72 municipios de Sonora, con cabecera en Guaymas) para ir a grillar a Veracruz, de donde regresó mirando hacia lo alto con la nariz fruncida.
Presume un histórico triunfo del PT al ganar elecciones en 28 municipios, ahora sin alianza con Morena y Partido Verde. Hicieron sus propias campañas acuerpando a los candidatos y allá andaba el de Arivechi junto con otra diputada sonorense, Diana Karina Barreras.
Presume pues, Ramón, la consolidación del PT como fuerza en crecimiento que sabe ganar elecciones, cuyo porcentaje de votantes puede interesarle a cualquier alianza y afirma que el PT puede y tiene el conocimiento de cómo hacerlo por su cuenta.
Tendrá razón. Mire lo que piensa sobre las elecciones venideras: “un porcentaje similar al obtenido en Veracruz, significaría la victoria o derrota para cualquier candidato o partido político de cualquier entidad”.
En cuanto al PRD, es Carlos Navarro, añejo luchador de izquierda y varias veces representante por las ahora desaparecidas siglas en lo nacional, quien se expresa sobre el nuevo partido que busca un nuevo nombre luego de hacer cuanto corresponde legalmente para seguir participando como partido regional.
Pero advierte de enemigos emboscados, de “un grupo raro, porque hacía mucho que no se paraban en el PRD” y algunos de ellos se habían ido al PT. “Hace mucho que no lo veíamos y están regresando en esto de a ver cómo le torpedean al partido”.
No duda al decir que no necesitan al PRI ni al PAN y lo dijo en los dos procesos anteriores. Él nació “antipriista y antipanista” y si se han sentado con los priistas y panistas más nefastos que hoy traen camiseta guinda --Carlos es representante partidista ante la autoridad electoral--, es porque así debe ser con cualquier fuerza política, “sin prejuicios”.
Recordó que al PRD no le fue bien en esas alianzas. Se repartían los dos partidos y le dejaban lo que ellos querían. Vaticina que ya no será así y el PRD, o como se llame el día de las elecciones, lanzará a cualquiera, pues se trata de entrar a una real competencia con sus propias reglas.
Hace otro pronóstico: el PRI también perderá pronto su registro, pues “es el partido con mayor desprestigio en el país”.
Eso sí, el docente universitario ve factible una alianza con Movimiento Ciudadano o el Partido Sonorense, pero si van solos en 2027 “nos va a ir mejor”, siempre y cuando sea gente comprometida con sus principios, que son los valores universales.