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+ Empalme integra el esfuerzo de pescadores; Luis Fuentes creó la oficina del área y un Comité resolverá cómo vender la producción; Manuela Ojeda y su añeja labor por este sector; Ariel Monge no, se fue de CEA Adrián Orduño, luego de costoso fracaso

Agustín Rodríguez L.

EMPALME, Son. – La pesca ha sido un sólido pilar económico del estado y hace décadas lidera nacionalmente con números por encima del 42%, según el último lapso oficial registrado.

El pasado ciclo reportó 844,112 toneladas capturadas cuyo valor fue de 11,471 millones de pesos que ayudó a muchas familias, pero también contribuye a la seguridad alimentaria: más de 90 mil toneladas de productos del mar se venden en el país cada año.

Podemos presumir de ser la entidad líder en producción pesquera, aún con la falta de apoyo para el sector. La Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca y la Oficina de Información Agropecuaria y Pesquera de Sonora confirma ese privilegio de décadas. Es, Sonora, un referente en la captura de especies marinas y, en los últimos años, también en producción acuícola.

Sinaloa también presume su pesca, pero produce la mitad: 416,359 toneladas, aunque debiéramos saber por qué su valor rebasa al nuestro: 15,923 millones de pesos.

Cito el caso por la razón, primero, de que el gobernador Alfonso Durazo persiste en su impulso a políticas para fortalecer la pesca y la acuacultura garantizando su desarrollo sostenible, a favor de las comunidades pesqueras.

Pero no había percibido pasos sólidos como los que da Empalme, la ex “Ciudad jardín” que quiere volver a serlo y que tenía dos actividades tradicionales generadoras de empleo digno –bien pagado, si no, no es digno–, la pesca y el ferrocarril. Ambos dejaron de serlo para abrir paso a la industria maquiladora que oferta mano de obra barata y allí es donde se pierde el rumbo en la meta de generar empleo.

Con el tren en manos de empresarios socios de un expresidente que lo consideró propiedad personal y lo vendió barato, es difícil en pensar en el retorno próspero para los hombres del riel como era hasta antes del neoliberalismo rapaz, pero la pesca ofrece expectativas.

Sorprende que un Municipio pequeño, de pocos recursos –y tradicionalmente saqueado–, tenga resultados al integrar a pescadores ribereños. La pesca de altura es privada, así que allí no entra.

Pero en el sector social, el alcalde Luis Fuentes Aguilar, al entender el mensaje del gobernador Durazo, apoya recuperar los potenciales pesqueros y la organización social ejemplar del pasado, cuando esa unidad atrajo gran fortaleza económica.

Para que los pescadores dejen de ser presa de los intermediarios y se deje de castigar el precio de las capturas el munícipe creó la Oficina de Pesca y Acuacultura Municipal. Es área federal, pero sin el interés local, las cosas no avanzan.

Los liderazgos comprendieron la buena opción, aunque tardaron, porque la mula no era arisca. Hoy negocian el precio en la zafra del calamar gigante como antes hicieron con la “aguamala”, pero el Comité de Evaluación de Precios contempla todo, según ciclos.

Como los municipios inventan cargos y luego desaparecen, había escepticismo. Ante el resultado, se aplaude. Luis Fuentes tiene la simpatía y apoyo del pescador porque hace equipo con ellos.

Conquistar esa confianza requiere logros, pero también quién los persiga. La explicación de por qué salen bien las cosas es que Fuentes Aguilar dejó la encomienda a Efraín Velázquez García, a quien había nombrado encargado de Administración y Gestión Municipal del Ayuntamiento.

No fue necesario modificar nombramiento ni alterar burocracia, siempre abundante y complicada para resolver en un mando público. Velázquez demuestra no necesitar “bules para nadar” y saca adelante el proyecto. Sabe, el alcalde, que no hay muchos así en la nómina municipal. Al contrario, quienes están, los repelen.

El caso es que se redujo el “coyotaje”, mejoran precios y se habla de justicia para “quien va la mar, se moja, sufre hambre y cansancio”, como los describe Velázquez García, quien ya recibe a líderes de otros municipios para replicar lo aquí hecho.

La mejora en la comercialización tiene su ejemplo en el calamar gigante. No se vende a 7 pesos el kilo como ofrecía el intermediario, cuya injustica llegó a condicionar esta compra originalmente pactada en 14 pesos, con el producto “limpio”. Castigo doble, en el precio y en el peso. Y dejaba en el pescador la carga de una tarea por la que se paga en una planta de proceso. Así de injusto.

Para Efraín Velázquez eso es abusivo. Para Luis, luchador social y querido por su pueblo gracias a eso, también.

El Comité acordó vender a 13 pesos por kilo. Si el intermediario cree que es caro o duda del mercado, no comprará y el pescador dejará de producir en espera de mejor tiempo.

Como el encargado del área sabe de ayudar a la gente, le completó al alcalde la relación de permisos de captura. Pocos son del productor. Muchos, de particulares que los rentan, en perjuicio de un mercado justo.

Se hace gestión estatal buscar esa mentalidad: “Que los tenga quien realmente participe en la actividad, porque tienen necesidad, no el que solo los obtiene para rentarlos”.

Pescadores de las bahías de Kino y Lobos están en el proceso, “una buena señal de que en el estado se escucha y toma fuerza este comité”, dice el responsable del programa, quien reconoce la atención y apoyo del alcalde para “pelear la causa y defender los derechos del sector ribereño”, al que definió como muy castigado, vulnerable y usado, para dejar su esfuerzo en manos de terceros ajenos a la labor en el mar.

De paso, me entero que en la promoción social hace presencia Manuela Ojeda Amador, dama institución en la lucha social pesquera.

La recuerdo pidiendo el acueducto al entonces candidato presidencial, Carlos Salinas de Gortari, y le dijo que Guaymas resumía sus problemas en solo 4 letras: agua.

Fue cómo lo dijo. Salinas le dio esta respuesta: “también hay otra palabra de 4 letras que quiero mencionar, y es amor. Ustedes me han recibido con amor y yo les prometo que tendremos ambas cosas, agua y amor”.

Y las tuvimos, con quien consolidó el neoliberalismo iniciado en 1982 por Miguel de la Madrid. Hay muchos deseando incinerar en leña verde al expresidente, pero innegablemente, Guaymas debe agradecerle traer el agua en 1992, resolviendo el problema por los siguientes 20 años, cuando terminaría la vida útil del tubo. Hasta 2012. Sí, hace 13 años.

Manuela agradeció a Efraín Velázquez lo que hace y por ser sólido apoyo en la intención del alcalde empalmense, quien también en este ámbito le tiene buenas cuentas al gobernador.

Ella es secretaria de la Federación de Cooperativas Pesqueras ‘Florentino López Tapia’, nombre que recuerda a quien atrajo la época de bonanza pesquera en Guaymas, cuando infraestructura y flota pertenecía a 4 o 5 mil familias y se elevó el nivel de vida extraordinariamente. Pero la ambición volvió a concentrar la riqueza y regresó el oscurantismo económico aún presente.

Finalmente, en el envío anterior comenté sobre cambios en la Comisión Estatal del Agua en Guaymas –solo le quedan 4 organismos en Sonora—y difería el dato del encabezado.

Pero la información es correcta, Ariel Monge, vocal ejecutivo estatal, vino a dar posesión al nuevo, Javier Granich, quien casi se infarta al dimensionar el fracaso de su antecesor, Adrián Orduño. Ni modo, hay que entrarle.

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