Emergencia sanitaria en Guaymas y San Carlos por la fuga de aguas residuales

Este proyecto se produjo en asociación con Fronteras Desk de KJZZ. Escucha la serie de radio de dos partes en sewagecrisis.kjzz.org. El reportaje fue apoyado por Pulitzer Center on Crisis Reporting.

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SAN CARLOS, Sonora — En un caluroso día de septiembre en San Carlos, la playa Cotton Cove se llena de turistas y bañistas, incluidos visitantes estadounidenses y ciudadanos mexicanos.

Ubicada en la exclusiva Península de Caracol, la orilla arenosa tiene el aspecto de una playa privada. Las casas, en lo alto de los acantilados rocosos, tienen un costo superior a los $600,000 dólares. La tranquila ensenada se abre hacia la Bahía de San Carlos, y en el horizonte se divisan las montañas rodeadas de cactus y el icónico cerro del Tetakawi.

Pero para acceder a esta área, los visitantes deben seguir una corriente de aguas residuales que burbujean desde una tapa de alcantarilla en la cima de la colina y que fluyen por un camino de piedra hacia la playa, hasta finalmente acumularse cerca de las olas.


Incluso en medio de una pandemia, San Carlos sigue siendo un imán para el turismo, esto gracias a sus inigualables atardeceres, a las abundantes playas y a la amplia oferta de actividades de recreación al aire libre, como la pesca en altamar, las caminatas y el surf de vela.

Sin embargo, a medida que aumenta la población de residentes y visitantes, la crisis de la infraestructura de alcantarillado empeora. Las bombas de aguas residuales están en condiciones defectuosas y las desbordadas tuberías sueltan charcos de aguas residuales a las principales vías y aceras, fluyendo incluso hacia las playas y las viviendas.

“Es preocupante estar tan cerca del olor y del drenaje”, dijo Gustavo Campoy, un ingeniero civil que vive en Guaymas, cabecera municipal de San Carlos.

Esa mañana, Campoy había hecho el viaje de 30 minutos a la playa de Cotton Cove en San Carlos, ansioso por mostrarle las hermosas playas a sus amigos de Veracruz, en la costa este de México. Pero debido a la fuga de aguas residuales, al fin no quisieron meterse en el agua.

“No sabía que este tipo de cosas pasaban aquí”, dijo.

La situación es aún más compleja en Guaymas, la histórica ciudad portuaria con una población de 117,000 habitantes. Su obsoleto sistema de alcantarillado es más que un inconveniente o una vergüenza: representa una crisis de salud cada vez mayor que lleva décadas gestándose.


San Carlos, Guaymas, sewage, 2021 (le)
El rastro de aguas residuales que va desde una tapa de alcantarilla por un camino de piedra hasta la playa Cotton Cove duró al menos un mes, dicen los residentes. Los visitantes habituales de esta playa saben que la causa es una bomba de aguas residuales que está completamente rota.

Emily Bregel
En una investigación de cuatro meses realizada en colaboración con Fronteras Desk de la estación de radio KJZZ, afiliada a la Radio Pública Nacional (NPR) de Estados Unidos, el Arizona Daily Star/La Estrella de Tucsón entrevistó a cuatro ex directores de la Comisión Estatal del Agua, encargada de operar los sistemas de agua y alcantarillado en San Carlos y Guaymas, así como a científicos ambientales y expertos en salud. Hablamos también con decenas de residentes de San Carlos y Guaymas, buscando comprender las causas fundamentales y conocer las soluciones realistas a los problemas de alcantarillado que afectan a la región.

El Arizona Daily Star/La Estrella de Tucsón realizó también pruebas de calidad del agua que, en general, mostraron un tratamiento de aguas residuales ineficaz en San Carlos y revelaron el estado de contaminación por E. coli en la playa de Cotton Cove, así como aguas residuales que han inundado las principales vías de transporte y la presencia de contaminación fecal en una bahía de Guaymas.

La exposición a las aguas residuales presenta riesgos para una serie de enfermedades, como la hepatitis A, la giardiasis y el cólera, y crea un caldo de cultivo para los mosquitos portadores de enfermedades como el dengue. Incluso cuando las fugas de aguas residuales se secan, los riesgos para la salud persisten: los patógenos permanecen en el polvo de la calle y se transmiten por el aire, llegando a los ojos y la garganta de las personas.


En el centro de Guaymas, casi todos los residentes entrevistados que viven cerca de las filtraciones de aguas residuales reportaron vómitos, malestar gastrointestinal, dolor de garganta, dolores de cabeza y escozor o infección en los ojos.

La Dra. Consuelo Romero, pediatra de Guaymas, dijo que ha visto un aumento en la conjuntivitis, lo que se puede atribuir a la contaminación fecal. Los niños, los adultos mayores y las personas inmunodeprimidas corren un mayor riesgo de sufrir enfermedades graves relacionadas con la exposición a las aguas residuales.

Los padres de Guaymas describieron sentimientos de impotencia, enojo y desesperación al tener que mantener a sus hijos encerrados en el interior se sus casas durante semanas o meses en la temporada de lluvias del verano, cuando incluso una modesta lluvia puede rebasar el inadecuado sistema de alcantarillado.


La buena higiene es fundamental en este entorno, ya que las aguas residuales que se derraman en el exterior de los automóviles y en los zapatos pueden llevar contaminantes fácilmente a los hogares, dijo la doctora Romero. Los padres deben enseñarles a los niños a lavarse las manos cuidadosamente, quitarse los zapatos antes de entrar a la casa, evitar comer alimentos de la calle y desinfectar frutas y verduras con una solución de cloro, agregó.

“Si extremamos precauciones, disminuye el riesgo de enfermarnos”, dijo.

San Carlos, Guaymas, sewage, 2021 (le)
Teresa Cortez camina junto al río de aguas residuales que fluye cerca de su casa, a la derecha. Después de cuatro años, dejó de informar del problema recurrente a la empresa de agua. “Solía quejarme todos los días, pero estoy harta de eso”, dijo. “En realidad no pasa nada”.

Emily Bregel
“Es estresante y desesperante”
Teresa Cortez no había dormido bien durante todo el verano. El poderoso olor a excremento humano se filtra en su casa, ubicada cerca de un cerro en el centro de Guaymas.


El hedor la mantiene despierta por la noche, dijo. Sin embargo, es peor el impacto de esta situación en los cuatro nietos a los que está criando.

Los niños se quejan de dolores de cabeza, de estómago y de ardor en los ojos. Es común que no puedan salir a jugar por el olor y los enjambres de mosquitos, dijo.

“No es vida vivir así”, dijo. “Es estresante y desesperante”.

Una tarde de principios de septiembre, Cortez salió de su jardín en el vecindario Cinco de Mayo y caminó unos cuantos metros para llegar a un arroyo natural de olor penetrante. Justo al sur de ahí, el arroyo pasa por la escuela primaria Niños Héroes de Chapultepec.


San Carlos, Guaymas, sewage, 2021 (le)
Teresa Cortez está criando a cuatro nietos en su casa de Guaymas. Afuera corre un río de aguas residuales. Durante todo el verano, los niños -de izquierda, Gabriel, Gregorio, Naomi y Ángel- sufren dolores de estómago, dolores de cabeza, escozor en los ojos y noches de insomnio. “No es vida vivir así”, dijo.

Guillermo Soberón Tirado
A pesar del impacto en su familia, mudarse de su hogar de 26 años no es una opción, dice la abuela. “Esta es mi tierra, mi hogar. Y de todos modos, donde quiera que vaya, sería lo mismo”.

Señalan al servicio de agua
Durante al menos 20 años, la Comisión Estatal del Agua (CEA) no ha abordado de manera integral lo que la comunidad ha descrito durante mucho tiempo como una emergencia de salud.

Los residentes de San Carlos y Guaymas informan que la CEA generalmente toma semanas o meses para abordar las fugas activas de aguas residuales, si es que responden, y las reparaciones casi siempre son una solución temporal en una herida abierta, comentan.

Reparar o reemplazar tuberías de alcantarillado subterráneas no tiene el mismo atractivo que anunciar la inauguración de un nuevo hotel o la construcción de viviendas, dijo el ex director regional del CEA, Marco Antonio Ahumada Gutiérrez, un ingeniero civil con especialización hidráulica y una maestría en administración de empresas. Entre 2009 y 2014, él fue el director de la CEA para la región, y cubría Guaymas, San Carlos, Empalme y la pequeña comunidad yaqui de Vicam.

Otro factor importante: ni San Carlos ni Guaymas tienen una planta de tratamiento de aguas residuales, a pesar de que los expertos dicen que el volumen de aguas residuales justifica, tan solo en Guaymas, múltiples plantas modernas de tratamiento y una planta independiente en San Carlos.

“Ayúdenos”
Durante 40 años, Julieta Gurrola ha vivido en una calle estrecha en el centro de Guaymas. Ahí, las aguas residuales cubren el pavimento durante la mayor parte del verano. Hablando en su porche a fines de agosto, Gurrola comentó que durante una semana entera había tenido un fuerte dolor de garganta y problemas estomacales, incluidos vómitos.

“Es muy frustrante porque no es nomás afuera”, dijo Gurrola. “Se siente dentro de tantos días que está día y noche corriendo. Es muy constante”.

Las aguas residuales frente a su casa no son el único problema. Un arroyo que pasa justo detrás de su casa fluye generalmente llevando agua lluvia. Durante las últimas semanas se había sentido con intensidad el olor acre de las aguas residuales, dijo al momento de la entrevista. De pie junto a la corriente en su porche trasero, Gurrola apuntó hacia el lago del patio donde lava a mano y cuelga la ropa para que se seque.

“Lo hago lo más rápido posible”, dijo. “Siento que la ropa se va a ensuciar, porque se me figura que va a entrar el aroma”.

Gurrola no tiene ningún deseo de mudarse de su casa, donde vive con su enérgico perrito Toby. Pero dijo que se siente impotente y enojada por la falta de atención al problema.

“Es desesperante, porque es una cuestión de salud, más que nada”, dijo.

¿Su mensaje a la compañía estatal de agua? “Ayúdenos”, dijo.

Emergencia sanitaria
Después de un verano catastrófico, el gobierno del estado de Sonora está reconociendo el alcance de la crisis de las aguas residuales.

A principios de noviembre, la CEA y la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano (SIDUR), declararon emergencia sanitaria en Guaymas por contaminación de aguas residuales.

El estado de emergencia traerá $10 millones de pesos, equivalentes a unos $460,000 dólares, en fondos estatales a Guaymas.

La administración del recién electo gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, está trabajando “urgentemente” para abordar los problemas, dijo en una entrevista el director de SIDUR, Heriberto Aguilar. Anunció que existen planes para reemplazar bombas de alcantarillado rotas y emprender importantes proyectos de infraestructura de alcantarillado en Guaymas.


La crisis en Guaymas, con aguas residuales fluyendo hacia las bahías e inundando las calles de la ciudad durante gran parte del verano, nunca debería haber sucedido, dijo.

“El problema es que no se hizo el mantenimiento anterior y llegamos a una situacion grave, pero gravísima”, dijo. “Es un crimen que se hace contra la naturaleza. El que estén fluyendo las aguas negras en el centro de la ciudad es indigno para el pueblo”.

Sin embargo, Aguilar enfatizó que la declaración de emergencia sanitaria es preventiva y que se emitió para evitar llegar a una verdadera crisis sanitaria y ambiental.


“Si dejamos más tiempo, eso va a llegar a un problema de salud”, dijo. “Estamos en el límite”.

San Carlos, Guaymas, sewage, 2021 (le)
Una fuga masiva de aguas residuales a lo largo del Boulevard Bacochibampo, que conecta San Carlos con Guaymas, se desborda hacia un vecindario residencial. Los residentes dicen que la fuga en este lugar ha sido recurrente durante años y finalmente desemboca en el estuario de Bacochibampo.

Guillermo Soberón Tirado
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Muchos residentes de Guaymas argumentarían que la situación ha sobrepasado el límite.

“Las crisis han ocurrido”, dijo a través de un correo electrónico José Arreola, director del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR).

Los derrames masivos de aguas residuales en el centro de Guaymas han dado lugar a mandatos administrativos como la prohibición de vender comida callejera en camiones, dijo.

Arreola comentó que en el exclusivo barrio Miramar de Guaymas, el estado colapsado de las tuberías de alcantarillado y las bombas rotas hacen que las aguas residuales sin tratar se descarguen directamente en el estero de Bacochibampo, junto a la playa más popular de Miramar.

Si bien los derrames de aguas residuales en calles y aceras pueden ser temporales y pueden limpiarse con soluciones de cloro, “los aportes de aguas residuales a playas recreativas son frecuentes o continuos”, lo que afecta a un mayor número de personas, dijo.

Estos residuos en el agua también pueden provocar altos niveles de nitrógeno y fósforo que causan la proliferación de algas y una falta de oxígeno disuelto que mata a los peces y conduce a la putrefacción, dijo Francisco Zamora, director de programas del Sonoran Institute, una organización sin fines de lucro con sede en Tucsón y enfocada en promover la conservación y el desarrollo ambientalmente conciente.


En Guaymas, “la cantidad de aguas residuales se ha incrementado y continuará incrementándose conforme se incremente la población”, dijo Arreola. “Si no se corrige el problema de derrames de aguas residuales, hay condiciones para una crisis de salud pública”.

Tiempo de auge en San Carlos
La antes tranquila ciudad costera de San Carlos ha experimentado un auge durante la pandemia.

Como el cierre de la frontera impidió que muchos ciudadanos mexicanos tuvieran opciones de viaje a Estados Unidos, ansiosos por escapar de las estrictas medidas de cuarentena en ciudades densamente pobladas como Hermosillo y Obregón, muchas personas compraron o alquilaron casas de vacaciones en San Carlos, desde donde podían trabajar de forma remota.


Los desarrollos hoteleros y de viviendas están en marcha, y las casas en venta se venden tan pronto llegan al mercado.

Los listados de casas de reventa pasaron de alrededor de 500 en 2012 a 81 en un punto del verano de 2021, dijo Tammi Miller, propietaria de Vive Real Estate en San Carlos.

Miller, nativa de Silver City, Nuevo México, ha vivido en San Carlos desde 2006. En ese entonces, la población oscilaba entre los 4,000 residentes en el verano y los 8,000 en el invierno, cuando viajeros estacionales de Estados Unidos y Canadá llegaban a la playa a pescar, hacer vela, jugar pickleball, disfrutar de la música en vivo, dijo.

“Llegas aquí y eres joven de nuevo”, dijo. “Es como un campamento de verano para adultos, pero en invierno”.

Sin embargo, como comentó Miller, esa variación estacional parece estar siendo igualada por el aumento de turistas y compradores de vivienda mexicanos, lo que significa que San Carlos también ha estado ocupado en los meses de verano.

Si bien el turismo solía representar un 80% de estadounidenses y canadienses y un 20% de mexicanos, esos porcentajes ahora se han invertido, dijo Daisy Fernández, directora de la Oficina de Convenciones y Visitantes (OCV) de Guaymas y San Carlos.

En estos días, puede haber música en vivo todas las noches de la semana y, a veces, hay incluso un poco de tráfico, dijo Miller.

“Sin prevención”
Tomás Thomas, nativo de Guaymas y dueño de un restaurante en San Carlos, dijo que ha venido escuchando los planes de sus amigos de mudarse a San Carlos.

“Todo el mundo quiere una casa aquí”, dijo Thomas, copropietario de Marvida Taproom and Kitchen.

Sin embargo, mientras su negocio prospera, Thomas está profundamente preocupado por la capacidad de la infraestructura de alcantarillado de San Carlos.

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Durante los últimos 18 meses, en al menos cinco ocasiones ha vivido escenas de pesadilla en Marvida, el restaurante que abrió en 2020.

En el camino frente a la marina, junto a la cervecería y el restaurante, las tapas de las alcantarillas −que van de un extremo al otro de la marina− están llenas de aguas residuales.

La última vez, en agosto, las aguas residuales se esparcieron por el patio al aire libre de Marvida, dijo Thomas. Él y sus empleados cerraron todo para limpiar y desinfectar e intentaron, sin éxito, que la CEA respondiera a sus reportes.

“Cuando tratamos de comunicarnos con la CEA (en Hermosillo), nos dijeron, ‘Ve a CEA Guaymas’. Fuimos a Guaymas y nos dijeron, ‘No, eso es con la CEA San Carlos’”, dijo.

Thomas, que alquila el espacio para Marvida, pudo obtener ayuda solo porque el padre de uno de sus gerentes es amigo de un funcionario de la CEA. Solo así logró conseguir un camión de la CEA de Hermosillo para limpiar las obstrucciones en el sistema de alcantarillado debajo del malecón, dijo.

Desde entonces, Thomas dijo que temía el próximo desastre.

“No tienen un sistema para solucionarlo. Simplemente tienen un sistema para limpiarlo después”, dijo. “No hay prevención”.

Con temor, Thomas observa el frenesí del desarrollo en San Carlos, incluida la construcción de un nuevo hotel cerca de Marvida.

“¿A dónde van a ir todas esas aguas residuales?” dijo. “San Carlos va a colapsar de esa manera. Ya está colapsando”.

Laguna de aguas residuales
Bill Lawley, comerciante de automóviles y propietario de una casa en San Carlos se sintió atraído por la belleza natural de esta región, por la pesca en alta mar y por la atmósfera de un pueblo pequeño.

“Era como el viejo México sobre el que cantan”, dijo Lawley, quien divide su tiempo entre Sierra Vista, Colorado y San Carlos. “¿Cómo puedes resistirte?”.

Hace 15 años, Lawley construyó una casa en el centro de San Carlos, justo al lado de la calle principal, el Boulevard Manlio Fabio Beltrones. Casi inmediatamente después de conectarse al sistema de alcantarillado, las aguas residuales sin tratar se acumularon en la regadera, dijo.

San Carlos, Guaymas, sewage, 2021 (le)
Casi inmediatamente después de conectar su nuevo hogar al sistema de alcantarillado de San Carlos, las aguas residuales sin tratar se acumularon en la ducha del interior, dijo Bill Lawley, quien divide el tiempo entre Arizona, Colorado y San Carlos.

Emily Bregel
Después de semanas sin reparaciones, Lawley contrató a un trabajador para que instalara una tubería de desvío, redirigiendo las aguas residuales desde su casa hacia la calle.

Todos estos años después, la solución desesperada de Lawley todavía está allí, pero el problema solo ha empeorado.

La calle frente a su casa se inunda de aguas residuales cada vez que se avería la bomba de la calle. Los trabajadores de la CEA dijeron que la construcción de un hotel al otro lado del bulevar hace un par de años ha empujado una cantidad inmanejable de desperdicios y basura a través de las viejas tuberías que conducen a la bomba.


Cuando los trabajadores de CEA limpian la bomba, funciona por un tiempo, hasta que llega el siguiente grupo de turistas, dijo Lawley.

“Pagaría mucho dinero por no tener el lago de aguas residuales frente a mi casa, pero eso no va a suceder”, dijo. “Es horrible. Es como es”.

A fines de julio, un camión blanco de trabajo de la CEA atravesó el lago de aguas residuales y se estacionó junto a la bomba averiada, justo al final de la calle.

Desde el interior de la camioneta, Roberto Amador −un funcionario que lleva 23 años trabajando en la CEA−, dijo que él y su compañero estaban ahí para poner de vuelta la bomba en marcha. Sabía qué era lo que estaba bloqueando la bomba porque lo había visto antes: tampones, condones y más basura.

Como era de esperar, la reparación fue temporal. Pero Lawley no descubrió eso hasta su próxima visita en octubre.

Cuando llegó a su casa de San Carlos después del anochecer, una noche antes del torneo anual de pesca de San Carlos, Lawley fue recibido por el lago de aguas residuales más grande que jamás haya visto. Los vecinos le dijeron que ese lago había estado ahí durante semanas.

Ahora Lawley asegura que ha terminado su relación con San Carlos. Si puede, quiere vender su casa, aunque sabe que eso es poco probable sin la acción de la CEA.

“No hay forma de que pueda conseguir que alguien la compre como está”, dijo.

“Vergonzoso”
Lawley no es el único que sufre. Justo al lado del lago de aguas residuales se encuentra La Calaca Tacos y Cerveza, un popular restaurante con temática del Día de Muertos que se inauguró durante la pandemia.

Antes de abrir La Calaca, el copropietario Frank Hernández dijo que no estaba al tanto del alcance de los problemas de alcantarillado en San Carlos. Él también es dueño de Sunset Bar & Grill en el lado norte de la ciudad, un local que tiene su propio sistema séptico.

De inmediato notó el charco al lado de su nueva propiedad. “En ese momento no me di cuenta de que era un problema. Pensé que era solo un charco”, dijo el originario de Los Ángeles. “Es raro cuando no hay agua ahí”.

San Carlos, Guaymas, sewage, 2021 (le)
Frank Hernández dijo que desconocía el alcance de los problemas de alcantarillado de San Carlos hasta que abrió su restaurante La Calaca en el centro de San Carlos el año pasado. “Es vergonzoso. Odiamos que la gente piense que somos nosotros, como si fuera un problema personal, cuando es un problema de la ciudad”, dijo.

Guillermo Soberón Tirado
La realidad pronto se hizo evidente, especialmente ese primer verano cuando el olor se volvió insoportable, y Hernández sabe que está afectando su negocio: los clientes comentan el olor y la situación baja el ánimo a sus empleados, dijo.

“No es agradable, no está limpio, no es higiénico”, dijo. “Sobre todo, es vergonzoso. Odiamos que la gente piense que somos nosotros, como si fuera un problema personal, cuando es un problema de la ciudad”.

A principios de noviembre, Hernández dijo que ha estado pidiendo ayuda “continuamente” a la oficina local de la CEA.

“Al principio estaban muy atentos, como, ‘Sí, estamos al tanto. Sí, vamos a hacer algo’”, dijo. “Ahora, ni siquiera quieren contestar nuestras llamadas telefónicas”.


Hernández dijo que está considerando preguntarles a los vecinos si colaborarían para comprar una nueva bomba. “Nos estamos desesperando”, dijo.

En respuesta a una pregunta sobre la demora en solucionar el problema, un portavoz de la CEA Sonora respondió el 17 de noviembre que estaban, otra vez, en el proceso de reparar la bomba.

San Carlos, Guaymas, sewage, 2021 (le)
Rosa Reyes habla con un vecino cerca de su casa en Guaymas, el 10 de agosto. Reyes dijo que su calle se ha inundado con aguas residuales regularmente durante años. Dos semanas después de reportar la última inundación a la Comisión Estatal del Agua (CEA), Reyes y seis de sus vecinos se presentaron en la oficina local y amenazaron con crear un bloqueo si no recibían ayuda. Reyes cree que la protesta fue la única razón por la que los trabajadores de CEA finalmente llegaron esa mañana para destapar la tubería del alcantarillado.

Emily Bregel
Una agotadora forma de vivir
En una pequeña calle del centro de Guaymas, tres niñas escapan del sofocante calor de agosto, riéndose en una alberquita inflable en su porche. Los perros callejeros descansan a la sombra; algunos gruñen perezosamente.

A mitad de la cuadra, Rosa Reyes hace una pausa antes de bajar de la acera a la calle mojada frente a su casa. La calle se parece más a un callejón, es tan estrecha que apenas cabe un carro y está llena de charcos de aguas residuales. Y eso que está mejor que el día anterior, dijo, cuando el líquido tenía centímetros de profundidad a lo largo de toda la calle.

Durante los últimos cuatro años, desde que los trabajadores de la CEA reemplazaron una tubería de alcantarillado de 10 pulgadas por una tubería de 8 pulgadas, las acumulaciones de aguas residuales suceden de forma regular, dijo.

El día anterior, después de haber presentado informes a la CEA y de esperar dos semanas, Reyes y seis de sus vecinos se presentaron en una oficina cercana y amenazaron con bloquear la calle si no recibían ayuda. Reyes cree que la protesta fue la única razón por la que los trabajadores de CEA finalmente llegaron esa mañana para destapar la tubería.

Reyes y su esposo, Manuel Quiroz Ramírez, desinfectan su casa a diario, limpian el piso con cloro, conscientes de que sus zapatos y su perro Bruno meten las aguas residuales a su casa cada vez que entran.

Es una forma de vivir agotadora y exasperante, especialmente sabiendo que la reparación más reciente es solo una solución a corto plazo, dijo Quiroz. “Este es cuento de nunca de acabar”, dijo.

San Carlos, Guaymas, sewage, 2021 (le)
Rosa Reyes, fotografiada con su esposo Manuel Quiroz y su hijo Christian, de 9 años, dijo que su calle en Guaymas se ha inundado con aguas residuales con regularidad durante cuatro años, desde que los trabajadores de la Comisión Estatal del Agua reemplazaron una tubería de 10 pulgadas por una de 8.

Guillermo Soberón Tirado
Sin embargo, Reyes está más molesta por el impacto en la calidad de vida de su hijo. Hace dos años, su hijo Christian, ahora de 9 años, tuvo una infección ocular que, según el médico, probablemente se debía a la contaminación. Ahora, debido a las frecuentes inundaciones de aguas residuales durante los meses de verano, no lo deja salir mucho.

“No puede salir a jugar”, dijo Reyes, sentada en la mesa de la cocina mientras Christian jugaba videojuegos en la sala. “No puede andar en bicicleta, no puede patinar. Nomás está sentado ahí en el sillón”.

La calidad de vida de Reyes también ha disminuido. Hace unos días tenía un malestar estomacal y un dolor de cabeza que apenas la dejaban estar en pie, dijo. No podía comer debido al olor de las aguas residuales, incluso con las ventanas cerradas −y siempre están cerradas. De lo contrario, el olor y las moscas llenarían su casa.

Península contaminada
En toda la Península de Caracol, las colinas empinadas hacen que la conducción sea precaria y suponen una enorme carga para las bombas de aguas residuales en la base de la península, dijo Jim Straw, ex presidente de la Asociación de Propietarios de Caracol, ingeniero de formación y piloto comercial retirado.

Él y sus vecinos con frecuencia tienen que contratar a sus propios plomeros para reparar la infraestructura pública. Pero, como resultado, incluso los técnicos de CEA no entienden el sistema de alcantarillado, dijo.

“No hay estandarización. Cada uno está arreglando su propia partecita”.

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El rastro de aguas residuales que va desde una tapa de alcantarilla por un camino de piedra hasta la playa Cotton Cove duró al menos un mes, dicen los residentes. Los visitantes habituales de esta playa saben que la causa es una bomba de aguas residuales que está completamente rota.

Emily Bregel
El 27 de septiembre, una reportera del Arizona Daily Star tomó muestras de la arena empapada de aguas residuales en la playa de Cotton Cove, en la base de la península de Caracol. Los resultados revelaron niveles de E. coli, un tipo de bacteria coliforme fecal, de 7.3 millones de partes por cada 100 gramos, según las pruebas realizadas por el laboratorio del CIAD en Guaymas. Los coliformes fecales son el tipo de bacteria que se encuentra en los intestinos de los animales de sangre caliente y, a menudo, se utilizan como una representación de la contaminación fecal en el agua.

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Teresa Cortez está criando a cuatro nietos en su casa de Guaymas. Afuera corre un río de aguas residuales. Durante todo el verano, los niños -de izquierda, Gabriel, Gregorio, Naomi y Ángel- sufren dolores de estómago, dolores de cabeza, escozor en los ojos y noches de insomnio. “No es vida vivir así”, dijo.

Guillermo Soberón Tirado
Esa es la cantidad que se esperaría encontrar en las aguas residuales sin tratar. Las regulaciones ambientales federales de México no tienen un estándar específico para las muestras de arena, pero las aguas residuales deben tener menos de 2,000 partes de coliformes fecales por cada 100 mililitros para ser vertidas al mar o utilizadas con fines agrícolas.

Los residentes del Caracol dicen que la misma fuga de aguas residuales continuó en la playa de Los Algodones desde fines de septiembre hasta fines de octubre. La CEA llegó para bombear las aguas residuales a fines de octubre, pero fue una solución temporal.

Sin reemplazar la bomba rota, los desechos simplemente se acumularían nuevamente en el tanque subterráneo hasta que comiencen a derramarse nuevamente desde la tapa de registro, dijo Straw.

Cuando se le preguntó sobre la fuga, un portavoz de CEA Sonora respondió el 17 de noviembre que recientemente habían reemplazado la bomba de alcantarillado rota por una nueva.

Si bien son buenas noticias, Straw dijo que eso no resuelve el problema de que no hay una bomba de respaldo. El vecindario del Caracol tenía sistemas de bombas dobles en la década de 1990, pero la CEA tomó las bombas adicionales para usarlas en otras partes de la ciudad, dijo.

Sin bombas de respaldo, otro desastre es inevitable cuando falla la nueva bomba, lo que Straw dice que sucederá antes de lo previsto porque la CEA no hace mantenimiento preventivo.

“Las bombas están fallando probablemente al 25% de su vida útil, porque los rotores están constantemente triturando la arena y la tierra en el fondo de estas estaciones de bombeo”, dijo.

La falta de planificación a largo plazo es otro dolor de cabeza, dijo Straw. Cuando una tapa de alcantarilla tiene una fuga y la CEA viene a bombear las aguas residuales, se van antes de identificar la causa.

Una de esas fugas en Caracol se prolongó durante 10 años antes de que la CEA finalmente abriera las tuberías para retirar la basura compactada en el interior, dijo Straw.

“Todo esto es simple instalación de plomería y resolución de problemas. Pero no tienen ningún interés en solucionarlo”, dijo. “No sé si tienen la voluntad de hacerlo”.

Los problemas de alcantarillado son cada vez más visibles en San Carlos.

A mediados de noviembre, un arroyo en el centro de San Carlos se llenó de aguas residuales que brotaron de una alcantarilla cercana durante casi dos semanas, y el líquido verde fluyó hacia la playa y el mar.

Mabel Fragozo, que vive cerca, se indignó y publicó un video del río de aguas residuales en Facebook el 15 de noviembre. Dijo que había notado un flujo de aguas residuales aquí durante años mientras paseaba a su perro, pero que nunca había sido tan malo. Nadar, bucear y pescar no son opciones para ella en esta playa. “El olor es penetrante y constante”, escribió en un mensaje de texto.

El 25 de noviembre, los trabajadores de la CEA finalmente llegaron para succionar las aguas residuales. El técnico de CEA, Eduardo Vega, dijo que la culpa era de una bomba rota.

Negligencia del gobierno
Cuando Hernández, el propietario de La Calaca, se mudó a San Carlos en 2007, parecía que había encontrado un tesoro.

“Se sentía como una especie de pueblo costero secreto que nadie conocía y que yo descubrí”, dijo Hernández. “Era un privilegio vivir en un lugar como este: con las montañas, el desierto y el océano; hermoso”.

Si bien la comunidad está llena de personas que se preocupan profundamente por San Carlos, los líderes estatales y locales deben dar un paso al frente, dijo Hernández.

“San Carlos está creciendo más rápido de lo que puede”, dijo.

El propietario de Marvida, Thomas, dijo que sin grandes inversiones y mejoras, San Carlos perderá su atractivo para los visitantes internacionales. “Es una ciudad hermosa, pero hay agua de alcantarillado en la calle”, dijo.

La frustración por la falta de atención del gobierno está creciendo junto con el alcance del problema.

“Es algo tan sencillo, se me hace a mí”, dijo Rosa Reyes, residente de Guaymas. “Si está el problema tantos años, que le den una solución. No entiendo por qué no lo hacen”.


Contacta a la reportera independiente Emily Bregel en emily.bregel@gmail.com o en Twitter: @EmilyBregel. Kendal Blust, reportera de KJZZ’s Fronteras Desk en Hermosillo, contribuyó a la investigación para este artículo.
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Evite contraer enfermedades a causa de las aguas residuales
No beba agua del grifo y evite la comida callejera.

Lave cuidadosamente los productos frescos. El agua y el jabón eliminan principalmente las lombrices y los parásitos macroscópicos. Otros desinfectantes como el cloro o la plata coloidal, disponibles en los supermercados, son útiles para los microscópicos.

Al lavar los productos: primero, retire la tierra con agua y jabón, y evite comer aquellos con la piel dañada. Sumerja las frutas y verduras durante cinco minutos con 10 gotas de plata coloidal en un recipiente de plástico. Deje escurrir durante cinco minutos antes de comer.

Tenga en cuenta que cuando las aguas residuales inundan las carreteras, es probable que las manijas de las puertas de su vehículo se salpiquen con ellas. Lávese las manos inmediatamente después de regresar a casa y deje sus zapatos afuera.

FUENTE: Pediatra de Guaymas Consuelo Romero

https://tucson.com/laestrella/frontera/emergencia-sanitaria-en-guaymas-y-san-carlos-por-la-fuga-de-aguas-residuales/article_5c64ae62-52fc-11ec-89ae-1fb50cf43b57.html

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